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Diario YA


 

el señor presidente del BCE ha dejado de darles alas a los nuevos gobernantes de Grecia

Mario Drahgi y Alemania ponen a Syriza en su lugar

Miguel Massanet Bosch. Por fin el señor presidente del BCE ha dejado de darles alas a los nuevos gobernantes de Grecia y ha puesto un gramo de sensatez a lo que hasta ahora, tanto en Francia como Italia, daba la sensación de ser una bajada de pantalones ante la postura del señor Tsypras y de su ministro de Economía, señor Yanis Varoufakis, de desafío, prepotencia y temeridad, en frente de los derechos de sus acreedores, los miembros de la Troika, el Banco Central Europeo, el FNI y la Comisión Europea, los verdaderos responsables de que la CE pueda resarcirse o, al menos, lo intente, de la irresponsabilidad de la nación griega  en manos de sus nuevos dirigentes del país, salidos de las urnas, que han prometido lo que no podían cumplir, que han adoptado una pose de ofendidos ante aquellos que acudieron en su ayuda y les han prestado 375.000 millones de euros y han adoptado la posición de los malos pagadores cuando intentan dejar de pagar lo que deben, solicitan quitas importantes y, por si fuera poco quieren posponer el pago de lo que quedara pendiente, a que la nación griega empezara a tener resultados positivos; una eventualidad que, a la vista de su actual situación económica y los nuevos gobernantes filocomunistas que se han hecho cargo de ella, es muy posible que no se produjera nunca o, al menos, durante muchísimos años.

 

En otros comentarios nos hemos lamentado de que la CE dejara de actuar con firmeza ante estos señores populistas que se han hecho con el gobierno griego, en el sentido de que si se accedía a sus pretensiones, si se aceptaban sus planteamientos y si se permitía que se salieran con la suya en su claro enfrentamiento a lo que fueron los acuerdos que asumieron cuando fueron rescatados; el mal ejemplo, el indudable efecto contagio y la potenciación de Podemos en España podría comportar efectos deletéreos para la economía europea y, si nos apuran, sobre su supervivencia y la de la moneda común , el euro. Claro que también pudiéramos pensar que, en este juego de políticas, es posible que cada cual tenga su papel predeterminado para que el tema griego acabe por resolverse sin que llegue la sangre al río. Nos explicamos: si Italia y Francia asumen el papel de “poli bueno” y Alemania. El BCE, el FMI y la Comisión Europea se adjudican el de “poli malo” es posible que los griegos de Syriza acaben entrando en razón ante la magnitud de lo que se les podría venir encima si persisten, como parece que las ultimas declaraciones que el primer ministro griego, señor Tsypras, ha hecho al conocer la noticia de la tajante postura de Draghi y Alemania; cuando a dicho “Grecia ya no aceptará más órdenes” insistiendo de forma terca y desafiante en su postura de enfrentamiento y de presentar las reclamaciones europeas (de pago de la deuda y de que sigan las reformas a las que se comprometieron), como si ellos estuvieran en su derecho de dejar de pagar y cumplir con los acuerdos que firmaron en su día, cuando recibieron el apoyo del rescate de la UE. Finalmente ha reiterado: Los griegos hicieron su elección. No hay posibilidad de volver a los años difíciles” Lo que no ha dicho es que, los años difíciles, se los ganaron a pulso los griegos creyéndose poder sostener un nivel de vida superior al que les permitían sus posibilidades de crecimiento.

 

Lo cierto es que, si Europa no se achanta y se limita a negociar en una postura de fuerza el problema griego, como la que legalmente le asiste, es muy posible que las bravatas del populismo de Syriza acaben siendo sólo fuegos de artificio que, en unos pocos días, acaben por apagarse ante la evidencia de que, como ya está sucediendo, su bolsa se desmorone de forma imparable y la financiación que precisan para continuar vivos como nación, desaparezca. El BCE ya se ha adelantado cuando ha afirmado, el miércoles pasado, que “no aceptará la deuda pública de Grecia  como colateral para financiar a los bancos griegos” apoyándose en que no es posible garantizar la renovación del actual programa de rescate. En consecuencia a partir de este momento los grandes bancos griegos de “las líneas extraordinarias de liquidez del Banco Central de Grecia para no echar el cierre

 

No sabemos a ciencia cierta cual sería el apoyo que el señor Varoufakis haya podido obtener de los gobiernos francés e italiano; pero nos imaginamos la cara que le habrá quedado cuando ha conocido la postura de sus acreedores directos, aquellos que forman parte de aquella Troika con la que ellos se han negado a negociar y que será la que, en definitiva, va a tener en su mano cortar el grifo de las financiaciones que tan esenciales y urgentes son para Grecia, ante la finalización del plazo que tenía para llegar a un acuerdo con la troika sobre la extensión del segundo plan de rescate. Si la financiación inmediata que precisa Grecia no se produce y esto depende de la autorización del BCE, y ésta debe renovarse cada dos semanas; suponiendo que dicha entidad decida cortar la espita a la banca griega, no le espera otra opción que el colapso, con efectos parecidos a lo que, en Argentina, produjo el famoso “corralito financiero”.

 

Como adelantábamos en el comentario de ayer, de lo que suceda con Grecia, del comportamiento de la Troika y de las decisiones de la señora Merkel y de países como España, también afectada por el posible impago de la deuda que tienen con nuestro país; dependerán muchas cosas y, una de ellas y no la menos importante, serían los efectos en los populismos españoles surgidos de partidos de izquierda extrema, como Podemos, imbuidos de las mismas ideas,  si no más extremas, que los de  Syriza y dispuestos a utilizar como trampolín electoral los buenos resultados que pudiera obtener el señor Tsipras, el primer ministro griego, en sus negociaciones con la CE. Es preciso que estos partidos, gobernados por recién llegados a la política, entiendan que sus propuestas revolucionarias, insostenibles y contrarias a lo que, hasta ahora, han sido las reglas básicas de la economía de mercado, no pueden estar supeditadas a que, cuando no se han tomado las medidas acordadas para sacar al país de la extrema gravedad en la que se encuentra, puedan darse por caducadas de forma unilateral y, todavía, se atrevan a acusar, a sus “mecenas”, de actuar como negreros y negarse a cumplir sus compromisos.

 

Este comportamiento es tan peligroso que, si se llegara a ceder, en lo esencial, a lo que proponen los griegos, el efecto que ello tendría en otros países de la UE, que también se encuentran en situaciones delicadas, podría llegar a colapsar el funcionamiento de toda la CE y la Zona Euro; algo que, como ya se ha dicho, no ocurriría si se dejara que Grecia se quedara en manos de sus actuales gobernantes, fuera de la órbita del euro o, como parece que puede suceder, con dos monedas el dracma y el euro, con el primero para el uso interior y el segundo para las operaciones internacionales.

 

Para nosotros, los españoles, es de suma importancia que, en el caso griego, una situación en la que han sido los ciudadanos los que han elevado al poder a un partido de izquierdas extremas, la UE se comporte en defensa de sus principios básicos, defienda la unidad económica y monetaria y se atenga a las vigente leyes y procedimientos comunitarios; que nunca pueden coincidir con los planteamientos de tipo soviético que pretenden implantar grupos, como Podemos o Syriza, con el único propósito de acabar con la libertad de mercado, la propiedad privada, la moral y la ética tradicionales, etc. para llevarnos de nuevo al llamado “paraíso soviético” en el que las libertades individuales brillan por su ausencia y todo el poder, incluso el productivo y económico, queda supeditado a un Estado totalitario y burocratizado que, en todas las partes del mundo donde se ha implantado, no ha llevado más que al empobrecimiento del país y a la sumisión  de la ciudadanía a los dictados del partido en el poder que, por la experiencia de los últimos años, se sabe que aspira a perpetuarse en el mando y, para ello, acaban por eliminar cualquier tipo de oposición que los incomode. O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos que, los que quieren la destrucción de Europa, van avanzando en su propósito.

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