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Diario YA


 

profundizó en la labor sacerdotal, la Iglesia Católica y finalmente en su propia conversión al catolicismo

Sacerdocio, sociedad y Alec Guinness

José Luis Orella. Este ha sido un año duro para los sacerdotes, el año que celebra al Cura de Ars, como modelo de sacerdote y párroco, persona entregada a Dios y a las personas. La decisión clara de sajar las del cuerpo sacerdotal los tumores malignos de los escasos pederastas, ha sido aprovechada para atacar la misma esencial de la vocación sacerdotal. Aunque la Iglesia la formamos todos, el sacerdote como ministro para los Sacramentos es una parte esencial para nuestra salvación, que si fuésemos conscientes de su valor, no sabríamos como tratarlos. Pero el principal defecto, como bien ha señalado el Papa en su visita a Portugal, ha sido interno. La ausencia de rigor en la selección de los candidatos al sacerdocio en los momentos de crisis vocacional en el pasado esta pasando factura en el presente.

Sin embargo, del mismo modo, el futuro se dibujará con nuestras acciones del presente. Este 25 de abril se ordenaban en Pamplona de diáconos una docena de alumnos del Colegio Eclesiástico Bidasoa, cuya excelente labor de formación ha proporcionado 1.600 estupendos nuevos sacerdotes. El 2 de mayo eran diecisiete nuevos presbíteros en Madrid, y una decena más en Getafe, forjados en la facultad teológica de San Damaso. A la semana siguiente, el Prelado del Opus Dei ordenaba en Romas treinta dos nuevos sacerdotes, gran parte de ellos españoles y chilenos. Sin duda la mejor respuesta, la de los hechos. De esta forma, podremos recuperar para el futuro la importancia que siempre ha tenido para sociedad el sacerdote. Alec Guinness, célebre actor británico, contaba en sus memorias como grabando una película sobre el padre Brown, en la que él interpretaba al famoso clérigo. Después de un rodaje, decidió marcharse a la pensión, pero por el cansancio no se cambio de ropa y se retiró vestido de cleyrman. Por el camino un niño le cogió de la mano y le acompañó hasta llegar a su casa, donde le despidió. Alec Guinness quedó pensativo sobre la confianza que movía a un niño a coger la mano de un desconocido, fiado en su atuendo. Aquello le llevó a profundizar la labor sacerdotal, la Iglesia Católica y finalmente su propia conversión al catolicismo.