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Phelps: El precio de la fama

Redacción Madrid. 19 de agosto.

El nadador americano Michael Phelps se prepara, tras conquistar en los Juegos Olímpicos de Pekín ocho medallas de oro en natación, para convertirse en uno de los deportistas más reconocibles del mundo.

Así lo demuestra que recibiera entre 4.000 y 5.000 mensajes en su móvil.

   Y es que al ganar una cifra récord de ocho medallas de oro en los Juegos de Pekín, la estrella estadounidense de la natación se convirtió en un icono en todo el mundo. El nadador terminó casi exhausto los nueve días de competición en los que nadó 17 carreras, pero ahora necesitará aún más esfuerzo para atravesar las próximas semanas.

   El de Baltimore ya se ha visto desbordado por las numerosas llamadas de teléfono, mensajes, entrevistas de prensa, compromisos con patrocinadores y una agenda de viajes agotadora, en una muestra inmediata del elevado peaje que la fama le costará.

   Así, atendió una llamada del presidente estadounidense, George W. Bush, quien le pidió que se asegurara de abrazar a su madre, y recibió entre 4.000 y 5.000 mensajes en su 'blackberry'. Antes, el nadador, de 23 años, pudo celebrar sus éxitos en una cena tranquila con su madre y sus hermanas, aunque no fue precisamente una fiesta salvaje.

   Phelps pidió una hamburguesa con queso y no tomó una gota de champagne ni de cualquier otro tipo de bebida alcohólica. "Eso era todo lo que quería hacer, estar con mi mamá y mis hermanas y ver a algunos de mis amigos que vinieron a darme aliento", defendió antes de justificar su elección. "Simplemente quería relajarme, divertirme, sentarme por ahí y no hacer nada," agregó.

   Al día siguiente, Phelps regresó directamente a la primera línea de acción, no en la piscina sino siendo arrastrado de un lado a otro de la capital china por sus acompañantes. Allí, pasó una hora hablando con periodistas en una conferencia de prensa organizada por uno de sus principales patrocinadores y luego otra hora brindando entrevistas exclusivas con medios en un palacio chino de 120 años.

   "No sé a dónde estoy yendo o lo que estoy haciendo, simplemente voy a donde me llevan", declaró abrumado a Reuters. Pese a que sería el candidato obvio para llevar la bandera estadounidense en la ceremonia de clausura del próximo domingo, Phelps reveló que abandonará Pekín temprano para viajar a Londres, ciudad anfitriona de los próximos Juegos en 2012, y asistir al relevo oficial de la sede olímpica.

   No obstante, el mayor ajetreo llegará cuando aterrice en Estados Unidos. Seguramente hará visitas relámpago a todos los programas televisivos más importantes, y la mayor recepción se espera que sea en su ciudad natal de Baltimore.

   Allí, el equipo de fútbol americano Baltimore Ravens quiere homenajearlo con una fiesta en su estadio de la NFL y la escuela en donde su madre enseña le ha pedido que la visite para conversar con sus alumnos. "Creo que va de la mano con mis objetivos de elevar los estándares de la natación", sostuvo Phelps al respecto.

   Pese a que se embolsó un premio extra de un millón de dólares del patrocinador 'Speedo' por batir el récord de su compatriota y colega Mark Spitz, que había obtenido siete oros en los Juegos de Múnich en 1972, Phelps manifestó que no tiene intenciones de derrochar dinero en ningún regalo fastuoso para sí mismo.

   En este sentido, el nadador asegura que la fama y la fortuna no lo cambiarán, pese a lo cual sí que hay una cosa en la que espera que su condición de deportista de elite lo ayude. "Me gustaría conocer a Michael Jordan, lo que él ha hecho por el baloncesto es lo que yo intento hacer por la natación", comparó. "No lo conozco a él ni a  Tiger Woods, pero me encantaría reunirme con ambos", confesó.

   Por otro lado, Phelps admitió que en muchas ocasiones quiso dejar la natación y dedicarse a algún deporte con un régimen de entrenamiento menos exigente, pero aseguró que eso ya no le ocurre, pues piensa en "seguir nadando al menos hasta Londres 2012".

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