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Diario YA


 

Cartas al Director

Los bebés: Pacientes y víctimas

 Jesús Asensi Vendrell. La conmoción se ha adueñado de media España al conocer la trágica e inexplicable muerte del pequeño Rayán, el bebé sietemesino de Dalilah, la joven fallecida por culpa de la gripe A en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Y surge una pregunta sin respuesta: ¿cómo es posible que unos profesionales sanitarios erren a la hora de administrar el alimento a un neonato prematuro?

            La conmoción se adueñó de media España cuando se conocieron las prácticas abortivas que se cometían en las clínicas regentadas por el señor Carlos Morín, el que se saltaba la Ley a la torera y que, por puro afán recaudatorio, estaba dispuesto a poner el punto y final a embarazos de 30 semanas y más aún. Y así acabar con la vida de bebés con más edad que Rayán, al que por todos los medios y durante más de doce horas trataron de salvarle la vida.

            Y surge una pregunta sin respuesta: ¿cómo es posible que se busque modificar la Ley del aborto para conseguir la impunidad total de tales prácticas?

            Ahora sólo queda rezar por Mohamed, el marido de Dalilah y papá de Rayán, por su familia y pedir que se haga justicia para que nunca más, en la medida de lo posible, se vuelva a repetir semejante tragedia. Aunque ya sabemos que en toda acción humana cabe la imperfección.

            De todos modos es bien seguro que, ante una dificultad durante el embarazo o los primeros días de “vida externa” de un bebé, unos padres acudirán antes, y sin pensárselo dos veces, al Hospital Gregorio Marañón que a una de las clínicas del señor Morín.

Sí, cuestión de confianza y de sentido común, pues mientras unos se afanan en salvar vidas humanas sin importarles la edad, los otros… todo lo contrario, aunque en ambos casos tengan la misma titulación y usen bata blanca.