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El verdadero interés de las elecciones europeas

Rafael González. 31 de mayo. La campaña electoral para el Parlamento Europeo me recuerda a canción del pirata: “Asia a un lado, al otro Europa / y allá en su frente, Estambul”/. Sólo que en posiciones distintas. La que está allá lejos, que casi no se la ve en la campaña electoral, es Europa, y a un lado y al otro, el PSOE y el Pepé. Claro que con estos mimbres no podrían enjaretarse dos octosílabos como los de Espronceda. No obstante, creo que se me entiende lo que quiero decir, ¿verdad?: que faltan muy pocos días para que acudamos a las urnas y los partidos políticos, al menos los dos mayores, no hablan de Europa, no dicen apenas nada de lo que van a defender en la Eurocámara, sino que se dedican, con ardor inusitado, a intercambiar reproches, ligados casi siempre a la corrupción en sus muchas y variadas facetas, y en el caso del PSOE, a lanzar contra los populares auténticas calumnias, como las que descerrajan contra Mayor Oreja, al que si tanto atizan es porque mucho le temen. Pero, en fin, en diferentes grados, nadie está exento de culpa. Tratan de desprestigiarse los unos a los otros. No hay programas. No hay intenciones. No hay labor educativa respecto a la importancia de Europa. Sólo hay ataques, en especial contra las personas, a las que se las injuria y se las difama.

Tras la primera semana de campaña, el miedo del PSOE (surgido del resultado de las encuestas que, todas ellas, con parecidos porcentajes, dan mejores resultados  al PP que al PSOE) ha hecho que el presidente Zapatero, casi a la desesperada, se haya lanzado al ruedo. Y ha recurrido al viejo aviso de que viene el coco, que es la derecha, cuando a todo el mundo le resulta ya obsoleto y casposo, y apestando a naftalina, los términos derechas e izquierdas. ¿Recuerdan cuando Felipe González, en aquellos debates televisivos, acusaba a Aznar de ser una amenaza para los avances sociales conquistados? ¿“Pero usted cree, señor González, que yo voy a quitarle la pensión a mi padre”?, le replicaba a Felipe González, que tenía a España al borde de la quiebra. Y ocurrió que ganó las elecciones Aznar, se sanearon las cuentas del Estado, se alcanzaron los objetivos para ingresar en la Unión Europea, la Seguridad Social alcanzó un superávit sin precedentes, y el Estado del Bienestar se consolidó en España.

Pues ahora lo mismo. España está en ruinas a causa de la crisis, en parte universal y la mayor parte por la torpeza de un equipo gubernamental de incompetencia probada. Y va Zapatero, en su desesperación ante el fracaso que se le viene encima, y le atribuye al PP el propósito de eliminar las pensiones y acabar con los niveles de bienestar que consolidó precisamente el PP de Aznar. Y para mayor INRI, recurren a la idea inquisitorial de imputarle al PP, mediante un nefasto video, una lista de 12 intenciones, que van desde el racismo, el cambio climático y, naturalmente, su oposición a condenar el franquismo. Y especialmente atribuyen a Jaime Mayor Oreja, además de otras lindezas, afinidad con el franquismo.

Es de una bajeza incalificable y de ruin condición atacar a Jaime Mayor con ningún tipo de vinculación a esa etapa de nuestra historia. Zapatero ha dicho en varias ocasiones, incluso a las victimas del terrorismo, que a su abuelo lo fusilaron los nacionales. Pues al de Jaime Mayor Oreja lo mataron los ugetistas de Mondragón, en 1934, antes de que Franco se levantara e iniciara la guerra civil, y nadie le ha oído decir, ni a él ni a su tío Marcelino Oreja, artífice con Suárez de la Transición hacia la democracia, ni una palabra sobre aquel salvaje asesinato. Imputarle a Jaime Mayor Oreja, que ha luchado en el País Vasco con manifiesto riesgo personal, algún tipo de connivencia con ideas políticas contrarias al humanismo en el que se basan las instituciones políticas europeas, es un insulto a la inteligencia de los electores, que conocen sobradamente todo el proceso de la transición democrática de España. Atribuirle cualquier vinculación con la guerra civil a quien, habiendo nacido casi veinte años después, ha facilitado desde el centro político el encuentro y la reconciliación entre todos los españoles, es de una vileza de gente sin ningún tipo de escrúpulos.  

Y allá en su frente, Europa, decía al principio. E indiferente a ella, a sus comicios, los políticos nos alejan de ella porque no han hecho dejación de labor pedagógica. Así que el 7 de junio vamos a votar, sí, pero no por Europa, sino para censurar o para seguir confiando en un Gobierno que ya ha dado sobradas muestras de incompetencia. Eso es lo que se va a dirimir. 

 

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