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Diario YA


 

de Bellini

Un bellísimo “I Puritani“ cierra la temporada de ópera escenificada del Teatro Real

Luis de Haro Serrano

El Teatro Real cierra su temporada de ópera escenificada con este sugerente título de Bellini (1801/1835), puramente belcantista que contiene todos los ingredientes del melodrama italiano del romanticismo; drama histórico, intriga política, locura y amores encontrados, compuesto cuando había logrado que la sociedad parisina se abriera a sus trabajos, realizados en un ambiente musical dominado por el gusto italiano -desde Rossini a Donizetti, su gran rival- y le encargaron esta obra que se estrenó en el Théâtre les Italien de París, el 24 de enero de 1835 y en el Real el 6 de diciembre de 1850. Tras veinte años de no haber subido a su escenario vuelve a él con una interesante coproducción realizada con el Teatro Municipal de Santiago de Chile, Emilio Sagi como director de escena, Evelino Pidó como director musical y un interesante doble elenco de extraordinaria calidad, que se alterna en sus principales papeles.

Su prematura muerte, 34 años, hizo que esta fuera su última obra, por lo que se la considera como su testamento musical, preparado en solo nueve meses – desde su llegada a París en abril de 1834 hasta enero de 1835, basada en el libreto del Conde Carlo Pépoli de Bolonia, centrado en la obra “Têtes rondes et Cavaliers” –cabezas redondas y caballeros- de Jacques-François Ancelot y Joseph Xavier Saintine, ideal para la preparación de un texto que se inspiraba en hazañas bélicas y leyendas amorosas al estilo de las novelas históricas de Walter Scott, muy de moda en aquella época.

Escrita pensando en el público parisino, la elección no pudo ser más acertada e inteligente; adaptaba una obra de dos escritores galos, encumbrando así el orgullo francés y estableciendo una relación con las novelas históricas del escritor escocés. Durante su preparación, el diseño dramático sufrió numerosos cambios, motivados por la escasa experiencia teatral del nuevo libretista, cuyo trabajo tuvo que ser reconducido continuamente por el compositor. Para muchos, su texto resulta algo confuso. Sin embargo, la partitura es considerada como la más cuidada y hermosa que Bellini preparó, sacando a relucir su faceta más melancólica.

Muchos analistas la califican como su ópera más metafísica y transcendente, con un fraseo de fina elegancia y resolución, por lo que requiere unas grandes capacidades vocales para casi todos sus intérpretes. En ella aparecen ya diversas innovaciones, tanto de naturaleza teatral como musical: la distribución en grandes escenas y la sustitución del recitativo por el arioso, además de la orquestación, considerada como la más ambiciosa de sus composiciones.

El argumento se centra en el recorrido dramático y amoroso que mantienen Elvira y Arturo en plena guerra civil entre los puritanos, partidarios de Oliver Cromwell y los realistas, que apoyaban a la Casa de los Estuardo.

Con este título el aficionado se adentra de lleno en el terreno del bel canto, caracterizado, fundamentalmente, por la refinada combinación tonal y la belleza del sonido, donde el solista ocupa un papel destacado dentro de la representación puesto que el compositor le deja libertad para realizar los adornos virtuosos e improvisados que considere oportuno introducir para que la melodía resulte más brillante y atractiva En este tipo de obras, casi todos los intérpretes principales tienen sobrados momentos para su personal lucimiento; la soprano lo afronta en su aria de entrada (Son ve en bellinist virgin vezzosa) y la larga escena de la locura del acto II (O rendetemi la speme); el tenor con otra dura también de entrada (A te o cara) o su dificilísimo fa sobreagudo del ”Credeasi mísera” (escrita especialmente para el mítico Giacomo Rubini) El barítono dispone igualmente de una de las más bellas arias pensadas para su cuerda (Ah, per sempre io ti perdei) Además de estar plagada de contínuos y hermosos cuartetos, conceretantes ydúos, como el del barítono y el bajo (Il rival salvar tu dei). Se trata de la obra musicalmente mejor acabada y bella de Bellini por lo que se le suele conocer también como la ´”opera de las voces”.

Bellini fue un niño prodigio que comenzó a estudiar teoría musical a los dos años, piano a los tres y a los cinco era capaz de tocarlo con soltura. Su primera composición la preparó cuando tenía seis años. Trató de introducirse en el ambiente operístico de Londres con escaso resultado. Al regresar a París en 1835 le sorprendió la muerte, tras una breve enfermedad. Su obra más conocida es Norma, que destaca por el apasionamiento romántico en la expresión, “Casta Diva” es el aria muy recordada y admirada por los aficionados

Dado el atractivo belcantísmo de I Puritani, se han realizado de ella numerosas grabaciones discográficas, de las que conviene destacar las de T. Serafini (1953) C.Boninge (1973) y R. Mutti (1979)

Puesta en escena
A pesar de que su acción tiene lugar en un momento histórico concreto, Sagi, con gran acierto, ha preferido situarla en una época indeterminada, utilizando le técnica del espejo para darle más profundidad a la escena y la cultura del blanco y negro para que la presencia de los protagonistas alcance mayor vistosidad. Según él, es como una ópera de cristal, dotada de una enorme fuerza teatral enfocada para que todo dé cuerpo y forma al poderoso hipnotismo que en su recorrido tiene la música. Para que la acción camine con mayor naturalidad y belleza, los protagonistas, -coro incluido-, en los momentos clave inician o finalizan su andadura musical entre bambalinas para continuar su desarrollo más atractivo en escena. Un planteamiento que ha funcionado bien.

Evelino Pidó, muy riguroso en los detalles instrumentales y en la dirección de las voces, ha elegido la versión conocida como de París, con algunos cortes y retoques, los mínimos, que la han hecho más ligera y agradable. Ha contado, como siempre, con la eficacísima colaboración del coro, que realiza una impecable labor vocal y dramática, lo mismo que la orquesta, actuando con una una gran delicadeza en la introducción de las arias y en los pasajes de conjunto, con unas trompas inmejorables por su limpieza sonora. Su trabajo ha sido un auténtico espectáculo. Muy riguroso Celso Albelo en su planteamiento vocal gracias a la brillantez y elegancia de su voz, que desplegó con auténtica belleza en los medios tonos y en el “fa” sostenido del final de la obra Excelentes Venera Gimadieva (Elvira) en sus largas y difíciles intervenciones, especialmente en el larguísimo pasaje de la locura en el que mostró, además, unas grandes cualidades teatrales, igual que el tenor canario Muy sugerentes igualmente las destacadas intervenciones de Roberto Tagliavini (Sir Giorgio) y el barítono rumano George Petean ( Ricardo), que se han unido a la eficaz iluminación de Eduardo Bravo y la escenografía de Daniel Blanco. Cada uno, en su medida, ha contribuido a que el cierre de la temporada escenificada haya resultado auténticamente brillante y del agrado de los asiduos del Real. El gran título de Bellini merecía este esfuerzo, que se ha redondeado con la transmisión en directo que el día 14 se ha hecho en numerosas instituciones culturales de toda España.