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Santo Tomás de Aquino y el triunfo de la filosofía perenne

José Antonio Bielsa Arbiol. Santo Tomás de Aquino, el más eximio de los Doctores de la Iglesia, supone la culminación y apoteosis de la Filosofía Católica. Al igual que decimos que “Todos los caminos conducen a Roma”, con mayor razón deberemos afirmar que “Toda filosofía correcta conduce al Doctor Angélico”.

Tomás realiza la adaptación de la filosofía griega de Aristóteles al pensamiento cristiano de la Escolástica: los fundamentos de su pensamiento son los de la dogmática cristiana, los Padres de la Iglesia, la tradición medieval anterior y, sobre todo, el eximio Estagirita.

Así, comenzó trabajando largamente los escritos peripatéticos, en especial en las traducciones directas de Guillermo de Moerbeke (1215-1286); y en lugar de las dilatadas e imprecisas paráfrasis de San Alberto Magno, llenas de dificultades sin resolver, Santo Tomás realiza comentarios en los que sigue de cerca el texto de Aristóteles, al tiempo que intenta aclararlo plenamente. Hay una afinidad estrecha e indudablemente entre la mente de Santo Tomás y la de Aristóteles: esto hace que en muchos puntos la exposición de las doctrinas tomistas sea equivalente a la de las aristotélicas; así ocurre con la lógica, con las líneas generales de su física y su metafísica, con el esquema de su psicología y de su ética; pero no puede obviarse que las mismas ideas aristotélicas se utilizan con fines bien distintos, a dieciséis siglos de distancia y, ante todo, con el Cristianismo entre uno y otro; además, el de Roccasecca tenía demasiada genialidad filosófica para plegarse simplemente al aristotelismo, y el sentido general de su sistema difiere hondamente de él.

El gran problema de Aristóteles fue el de los modos del ser, para resolver la cuestión que arrastraba angustiosamente la filosofía griega desde Parménides, y sobre todo la elaboración de su teoría de la sustancia, en estrecha conexión con el ente en cuanto tal y con Dios (entendido como motor inmóvil); es decir, la constitución de la metafísica, de la “ciencia buscada”, y la ordenación entera del problema del saber; además, la reivindicación de la física, puesta en cuestión por el eleatismo, con su doctrina de la unidad e inmovilidad del ente. Los problemas que mueven a Tomás son muy distintos. Ante todo, la demostración de la existencia de Dios y la explicitación de su esencia, en la medida en que es posible; la interpretación racional de los dogmas o el aislamiento de su núcleo misterioso, supra-racional, pero no antirracional: así, la Trinidad, la creación del mundo, la Eucaristía; por otra parte, la doctrina del alma humana, espiritual e inmortal; la ética, orientada hacia la vida sobrenatural; el problema de los universales; y así otros muchos, que configuran con inaudita precisión todo un sistema dotado de vida propia.

UN MATIZ: ¿FILOSOFÍA ARISTOTÉLICO-TOMISTA O ARISTOTÉLICO-ESCOLÁSTICA?

Sobre esta cuestión conviene decir algo, puesto que se trata de dos cosas bien distintas, y la expresión, tan usada, de “filosofía aristotélico-escolástica” o “aristotélico-tomista”, es equívoca. No tiene sentido más que si se aplica a estos sistemas medievales que visitamos, y significaría la incorporación del aristotelismo a la escolástica; pero no puede entenderse como designación de una filosofía que comprendiese la de Aristóteles y la de Santo Tomás. Por eso, en rigor, las dos demostraciones indicadas más arriba no son equivalentes, y la segunda no es justa: no hay una filosofía aristotélico-tomista, sino “tomista” a secas, y el tomismo es aristotélico-escolástico en el sentido indicado.

LA “SUMMA DE TEOLOGÍA”

Santo Tomás es el autor de los dos mayores monumentos literarios de la Edad Media, siendo además el más ilustre autor de Sumas. Entre las suyas, destacan la Summa contra gentiles y, sobre todo, la Summa theologica.

Esta última es una exposición sistemática de la teología destinada al uso de los estudiantes, a diferencia de las cuestiones disputadas, que eran preparadas para los maestros. Pero la amplitud de esta obra permite considerarla como algo más que como un texto de estudio: se trata de una exposición completa según un plan sistemático increíblemente preciso; según Marie Dominique Chenu, este plan está dominado por el tema platónico de la emanación y del retorno; así se ve en la distribución de las partes: la primera trata de la emanación, Dios principio; la segunda, del retorno, Dios fin; la tercera, de las condiciones cristianas de tal retorno, es decir, de la encarnación.

METAFÍSICA: LAS “CINCO VÍAS”

El ser es el concepto más universal de todos, según Santo Tomás, que recoge la enseñanza aristotélica. Pero esta universalidad no es la del género, como ya había mostrado Aristóteles, frente a la opinión platónica; el ente es uno de los trascendentales, que están presentes en todas las cosas, sin confundirse con ninguna; estos trascendentales son ens, res, aliquid, unum et bonum. Y, como formas particulares del bonum, referido al entendimiento y al apetito, tenemos el verum y el pulchrum, la verdad y la belleza.

Los dos sentidos capitales de la palabra ser son la esencia y la existencia; la Escolástica había discutido largamente la diferencia entrambas; Santo Tomás afirma la distinción real entre la esencia y la existencia en las criaturas, que son entes contingentes; en cambio, en Dios no hay esa distinción: de la esencia de Dios se sigue necesariamente su existencia; esto es lo que se llama aseidad.

Santo Tomás demuestra la existencia de Dios de cinco maneras, que son las famosas CINCO VÍAS:

1) Por el movimiento: existe el movimiento; todo lo que se mueve es movido por otro motor; si este motor se mueve, necesitará a su vez otro, y así hasta el infinito; esto es imposible, porque no habría ningún motor si no hay uno primero, y éste es Dios.

2) Por la causa eficiente: hay una serie de causas eficientes; tiene que haber una primera causa, porque si no, no habría ningún efecto, y esa causa prima es Dios.

3) Por lo posible y lo necesario: la generación y la corrupción muestran que hay entes que pueden ser o no ser; estos entes, alguna vez no han sido, y habría habido un tiempo en que no hubiera nada, y nada hubiera llegado a ser; tiene que haber un ente necesario por sí mismo, y se llama Dios.

4) Por los grados de la perfección: hay diversos grados de todas las perfecciones, que se aproximan más o menos a las perfecciones absolutas, y por eso son grados de ellas; hay, pues, un ente que es sumamente perfecto, y es el ente sumo; este ente es causa de toda perfección y de todo ser, y se llama Dios.

5) Por el gobierno del mundo: los entes inteligentes tienden a un fin y un orden, no por un azar, sino por la inteligencia que los dirige; hay un ente inteligente que ordena la naturaleza y la impulsa a su fin, y ese ente es Dios.

El mundo está creado por Dios. La creación es la posición del mundo en la existencia, por un acto libre y voluntario de Dios; la revelación añade que en el tiempo, aunque esto es, según Tomás, indemostrable racionalmente. Dios es causa del mundo en un doble sentido: es causa eficiente y además causa ejemplar; por otra parte, es causa final, pues todos los fines se enderezan a Dios.

Respecto a los universales, la doctrina de Santo Tomás es el realismo moderado: los universales tienen realidad, pero no existen como tales universales, sino en forma abstracta; la especie sólo se da individualizada, y el principio de individuación es la materia signata. De aquí la teoría de la especificidad y no individualidad de los ángeles, por ser éstos inmateriales.

OBRAS DESTACADAS DEL SANTO DOCTOR

- El ser y la esencia (ca. 1253): breve tratado escrito para iniciar en filosofía a los estudiantes y profesores de teología, convencido Tomás de que no hay teología sin filosofía adecuada, pues en su tiempo la filosofía era “cosa de gentiles”, cuyos libros estaba prohibido leer a los cristianos.

- De la verdad (1256): modelo de lo que entendían los medievales por una quaestio disputata, ejercicio académico el más complejo y exigente; se abordan aquí cuestiones fundamentales como la del concepto de ente y de las propiedades trascendentales del ser.

- Suma contra gentiles (1259-1264): tratado filosófico sobre Dios: de Dios en sí mismo, de Dios en cuanto creador, de cómo Dios es fin de todo y de la revelación divina; fue debido a la petición de San Raimundo de Peñafort, para que sirviese de apologética a los frailes que se dedicaban en España a la evangelización de los infieles musulmanes y judíos de las tierras reconquistadas.

- La monarquía. Al rey de Chipre (1265-1267): tratado utópico y moralizante (que no político) sobre el origen de la monarquía y sobre cuanto pertenece al oficio regio; obra pedagógica, destinada a Hugo II de Lusignan cuando apenas frisaba los catorce años de edad.

- Suma de teología (1265-1273): exposición sistemática de la teología destinada al uso de los estudiantes, a diferencia de las cuestiones disputadas tan habituales en el Doctor Angélico (que eran preparadas para los maestros). Significa una exposición completa según un plan sistemático, en tres partes: I) de la emanación, Dios principio; II) del retorno, Dios fin; y III) de las condiciones cristianas de tal retorno, es decir de la encarnación. Indudablemente, el monumento literario más prominente de la luminosa Edad Media.

- Cuestiones disputadas sobre el alma (1266-1267): tratado psicológico donde el autor aborda las relaciones del alma con el cuerpo, la objetividad del conocimiento y la naturaleza de las facultades del alma, entre otras cuestiones.

BIBLIOGRAFÍA

Obras generales

- G. K. CHESTERTON: Santo Tomás de Aquino, Ed. Homo Legens, Madrid, 2009.
- E. FORMENT: Santo Tomás de Aquino: su vida, su obra y su época, Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2018.
- J. PIEPER: Introducción a Tomás de Aquino: doce lecciones, Ed. Rialp, Madrid, 2005.

Fuentes

- TOMÁS DE AQUINO: Suma de teología (5 vol.), Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid.
- TOMÁS DE AQUINO: Suma contra los gentiles (2 vol.), Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid.
- TOMÁS DE AQUINO: Opúsculos y cuestiones selectas (5 vol.), Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid.