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Diario YA


 

las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza

Objetivo de la enseñanza: hacer colegios como el Ministerio o procurar que nuestros hijos se hagan santos

Javier Paredes. El protagonista del día es San Juan Bosco, cuya fiesta se celebra hoy, ya que murió el 31 de enero de 1888. Este gran santo italiano nació en 1815, cerca de Turín, en una familia muy pobre. Se quedó huérfano de padre, cuando todavía no había cumplido los tres años.

Ya desde pequeño, San Juan Bosco estuvo tocado por el dedo de Dios y fue dirigido por el Cielo, para convertirle en educador y formador de almas, porque la educación de la juventud y las misiones forman parte del carisma salesiano, que invoca a la Santísima Virgen como María Auxiliadora.

San Juan Bosco tuvo muchos sueños proféticos. Concretamente a la edad de nueve años tuvo uno, en el que descubrió su vocación. En aquel sueño vio a una multitud de mozalbetes que se pegaban y blasfemaban. Él trataba de poner fin a la pelea, también a base de golpes. Y fue entonces, cuando apareció el Señor para decirle: “Así no, tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor”. Y a continuación apareció la Virgen y le dijo: “Toma tu cayado de pastor y guía tus ovejas”. Y tras pronunciar estas palabras, los niños se convirtieron, primero en bestias feroces y luego en ovejas.

San Juan Bosco es el fundador de una nueva institución en la Iglesia, que tanto bien ha hecho a la juventud. Son muchas almas que se han acercado a Dios, gracias a los centros  educativos de los salesianos. Es más, de los cuatro niños santos-confesores que han sido beatificaos o canonizados por la Iglesia, dos –Santo Domingo Savio y Laura Vicuña- fueron formados por los Salesianos y los otros dos por la Virgen:  Jacinta y Francisco, los santos niños de Fátima.

El secreto de este éxito espiritual entre la juventud lo formuló San Juan Bosco en una frase: “Da mihi animas caetera tolle (Dame almas y llévate los demás). En resumen, que las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza, así como los padres católicos, no tenemos como objetivo hacer colegios, como si fuéramos el Ministerio de Educación. Nuestro objetivo, por el contrario, es procurar que nuestros hijos se hagan santos, también cuando aprenden matemáticas, inglés o juegan en el recreo. Y por esta razón, nos da por construir y mantener los colegios:  para enseñar a los niños y a los jóvenes el camino del Cielo, mientras aprenden todas esos contenidos de las asignaturas en los centros educativos.
 

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