Norberto de la Mata. 5 de abril. Cuarenta años de carrera en solitario no están al alcance de todos, pero Neil Young los celebra con un nuevo disco, “Fork in the road”, que saldrá a la venta este martes 7 de abril, aunque lleva un tiempo en la red. El enésimo trabajo del canadiense es el prólogo de su visita a España en el mes de mayo (30, en Barcelona; 31, en San Sebastián), y es el aperitivo para la puesta en el mercado de sus esperados “Archives”, una colección que recorre sus primeros años en la música, y que estará en la calle, previsiblemente, el próximo 2 de junio.

Ahora, con una larga lista de álbumes de reconocido éxito a sus espaldas, Young demuestra que todavía se siente fuerte, poderoso, sin intención de abandonar su lucha, con la pretensión de lograr justicia y progreso, porque así es como es como se concebía la música hace cuatro décadas, como un medio para alcanzar un mundo mejor.

Con 63 años ya cumplidos, Neil no cambia, sigue en la brecha, mejor dicho, sigue en la carretera, porque así es como ha creado este disco. Desde la época con Buffalo Springfield, el músico ha mostrado su preocupación por temas de índole social y política (en 2006 editó “Living with War”, contra la administración Bush), siempre ha intentado hacer de su música un altavoz en defensa de los derechos. Sin embargo, ahora el canadiense se ha hecho ecologista.

Y es que, después de estar inmerso en una larga gira durante 2008 (estuvo en Madrid el pasado verano), el compositor se volcó en un proyecto para hacer que su Lincoln de 1959 funcionara con energías renovables, y en este propósito se centra su nuevo trabajo, en la consecución de un coche que se alimentara de baterías en lugar de ingentes litros de gasolina. Para lograrlo, el músico recorrió las carreteras estadounidenses en su automóvil, desde California hasta Wichita (Kansas), donde un mecánico, Jonathan Goodwin, conocido como “el Mesías del motor”, le ayudó a conseguirlo y, quizá por ello, le dedica una canción en su nuevo álbum: “Johny Magic”.

Este viaje hasta el centro de Estados Unidos y este aventurado proyecto le sirvieron de acicate para crear este nuevo trabajo, que llega esta semana a las tiendas para ser uno de los mejores discos del año. A  nivel compositivo, el canadiense mantiene su nivel, ya que no tiene que demostrar nada, porque es considerado como uno de los mejores. A nivel instrumental, este nuevo álbum, en su vertiente eléctrica, es impecable, en su línea.

El “abuelo del grunge” saca en “Fork in the road” su lado más agresivo, ése que lleva más de tres décadas practicando con éxito: distorsión a raudales, guitarras gruesas, y un sonido crudo, muy “garage”. Todo ello, aderezado con una percusión contundente, y con su inconfundible y característica voz nasal. El resultado: una serie de grandes piezas, entre las que destacan “Just Singing a Song”, la citada “Johnny Magic”, o la que da título al disco. Su estilo evoca a algunos de sus trabajos ya clásicos, como “Ragged Glory” o “Rust Never Sleeps”, si bien se deja llevar por un estilo “rockabilly” en algún pasaje. Su vena intimista, acústica, apenas la saca a relucir en “Light a Candle” y “Off the Road”. No importa, Young también sabe brillar en la tormenta.