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Diario YA


 

Salvador Allende, uno de los iconos de esa izquierda marxista, cutre, rancia y culpable del genocidio de más cien millones de personas en el s. XX, declaró una vez:

M.M.M.

Carlos Rubio Romo. Salvador Allende, uno de los iconos de esa izquierda marxista, cutre, rancia y culpable del genocidio de más cien millones de personas en el s. XX, declaró una vez: “La objetividad no debería existir en el periodismo porque el deber supremo del periodista de izquierda no es servir a la verdad sino a la revolución”.

Debo reconocer que una virtud de la izquierda es la disciplina y que esa cita de Allende, más que una petición, es una constatación de cuál es la única guía directriz de actuación de los periodistas de izquierdas.

Esta cita me vino a la mente el lunes pasado cuando escuché al mediodía el boletín de noticias de la emisora “France Info”. Ésta es una radio pública de información francesa creada en 1987. O sea, pagada por los contribuyentes residentes en Francia, sea cual sea su ideología puesto que el atraco legal, comúnmente llamado “impuestos”, no conoce de ideologías. Al menos por esta razón, debería ser un ejemplo de objetividad.

En realidad, es un bastión de la “gauche” más extrema. Pues bien, tuve la “suerte” de asistir en apenas diez minutos a una clase magistral de manipulación de la información cuya forma era imposible de superar por su aparente neutralidad y su concisión pero cuyo contenido sobresalía por su mendacidad. Una semana después, le aseguro, amable lector, que aún estoy sorprendido. No sé si tanto por la capacidad de mentir como por la elegancia con que lo hicieron.

Nada que ver con la zafiedad soviética o castrista, capaz de presentarnos el siniestro muro de Berlín como una defensa construida por los comunistas en prevención de las avalanchas de occidentales que querrían ganar a toda costa el Este de Europa para poder gozar del “paraíso” marxista. No, no, nada de eso. Las tres noticias principales del boletín hablaban de Hungría, Siria y Colombia. Cuando encendí la radio, se desarrollaba un reportaje sobre los 200.000 húngaros que debieron abandonar su patria después de la invasión soviética en 1956.

Se citaban las naciones en las que fueron acogidos en su exilio: EE.UU., Australia, Austria, Suiza, Alemania o Francia, entre otros. Evidentemente, yo estaba encantado. Aunque fuera con décadas de retraso, ya era hora de que algún medio occidental narrara aquella tragedia.

En mi ingenuidad pensé que iban a explicar también por qué un pueblo entero se levantó contra la tiranía y cómo las fuerzas comunistas invadieron ese país el 4 de noviembre de 1956, ¡vaya por Dios: el día de San Carlos Borromeo! Me dije: hablarán de los centenares de ejecuciones sumarísimas, de los más de 13.000 encarcelados o de la persecución salvaje contra la Iglesia Católica personificada en la figura del cardenal Mindszenty.

Puestos a pedir, supuse que recordarían la vergonzosa posición de los partidos comunistas en Europa Occidental, francés, italiano o español, totalmente a favor de la invasión. Me confundí. En realidad se sirvieron de la tragedia del exilio húngaro como entradilla para la noticia sobre el resultado del referéndum celebrado en ese país el 2 de octubre.

El pueblo húngaro fue consultado sobre la imposición de la Unión Europea para aceptar en su territorio varios miles de extranjeros sirios, afganos o iraquíes pero también provenientes de muchos otros países que no están en guerra y en su aplastante mayoría musulmanes. El resultado no daba lugar a la confusión: 98,3% de los votantes se opusieron a la imposición de la UE.

El mensaje apenas velado era: “Fíjense qué insolidarios los húngaros: el Mundo fue generoso con ellos y en cambio ellos no lo son con los refugiados”. Genial. Sin embargo, muchas cuestiones quedaron sin respuesta en el presunto reportaje:

1) Las naciones que acogieron a los refugiados húngaros lo hicieron voluntariamente. El que quiso lo hizo y el que no, no lo hizo. Ahora se trata de una imposición de la parte de un organismo que es de todo menos democrático.

2) La cultura de los exiliados y de las naciones que les acogieron era la misma: occidental y cristiana. Los que llegan son musulmanes, en muchos casos abiertamente integristas y por lo tanto violentamente contrarios a nuestros valores, empezando por la igualdad del hombre y la mujer o la libertad…casi nada. Los húngaros exiliados llegaron, trabajaron y se integraron perfectamente sin ocasionar ni un problema de convivencia.

3) Cuando se observan las fotos y vídeos de las riadas de “refugiados”, casi exclusivamente se ven hombres jóvenes en perfecta salud. ¿Dónde han quedado las mujeres? ¿Y los niños? ¿Los ancianos? ¿Los que llegan son verdaderos refugiados o una quinta columna islamista lista para actuar? Ya se sabe que uno de los asesinos participante en los atentados de Paris del 13 de noviembre de 2015 había entrado en Europa como refugiado. Otros han sido detenidos en diversas operaciones policiales.

4) Se han dado ya muchos casos en los albergues de refugiados donde los escasos cristianos son sometidos por los musulmanes a todo tipo de vejaciones, amenazas y, en algunos casos, agresiones.

¿Nadie se acuerda ya tampoco de las últimas Navidades donde en ciudades de Alemania, Austria y Suecia, cientos de refugiados bien organizados se dedicaron a acosar y en algunos casos violar a todas las mujeres con las que se cruzaban?

La ciudad de Colonia saltó tristemente a la primera página todos los periódicos pero no fue la única. 5) ¿Por qué la generosidad que se exige a Europa ni se menciona para referirse a Arabia Saudí, Qatar o Bahrein? ¿Por qué no se nos dice que ni uno solo de los refugiados ha sido aceptado en países donde la integración sería mucho más fácil puesto que son islamistas y además nadan en oro con los ingresos del petróleo? En realidad lo que hay en marcha es algo mucho más siniestro: acabar con las raíces y la cultura Europea. Acabar con nuestra civilización.

Fuerzas muy poderosas están detrás de ello. Hungría ha dicho “NO” y eso no se lo perdonan. Después sacan un lacrimoso reportaje sobre una especie de ONG llamada “los cascos blancos” que actúa, nunca mejor dicho, en Siria.

En una narración épica, nos presentaron a una especie de héroes desprendidos sin límites: “lo han dejado todo: hacienda, casa y familia” y de una bravura legendaria: “¡trabajando bajo las bombas de la aviación rusa en Alepo!”.

Pero algo empezó a torcerse cuando una de las periodistas le pregunta al representante de la presunta ONG que dónde actúan. Cuando el otro le respondió que sólo en las zonas de los enemigos del presidente Al-Assad se produjo un tenso silencio.

¿Cómo es eso de que una ONG, formalmente creada para rescatar heridos y atenderlos, sólo se preocupa de los de un lado? ¿No ha habido bombardeos contra las zonas controladas por el gobierno legítimo de Siria? Después, la citada periodista continuaba movida por un repentino empujón de objetividad. Preguntó por la financiación del grupete en cuestión: no quedó más remedio que reconocer que el dinero llega a mansalva en dólares y en libras, directamente de EE.UU. y de Gran Bretaña. No de donantes particulares, no, sino de sus gobiernos respectivos.

Curioso, por no decir sospechoso, para una ONG. Y ya, para terminar de chafar el rollo propagandístico, a la infeliz no se le ocurrió otra cosa que hacerse eco de los rumores más que persistentes según los cuales los “cascos blancos” no son sino una filial del grupo terrorista “Frente Al-Nosra” (afiliado a Al-Qaeda).

Eso ya fue demasiado y para intentar arreglar mínimamente las cosas, el reportaje terminó con reiterados elogios al grupete y al numerosísimo grupo de organismos y personalidades que han promovido su candidatura al Premio Nobel de la Paz. Nuevamente la figura del tonto útil y nuevamente el mantra de “la Paz” para hacer pasar cualquier mentira. Me imagino que a la periodista mínimamente objetiva no le quedan ni dos días en France Info. Pobre.

Es verdaderamente esquizofrénico lo de esta cadena: elogiando a los mismos que asolan Francia y el resto de Occidente de atentados con cientos de asesinados a sus espaldas. La guinda del pastel llegó con la derrota del “Sí” en el simulacro de referéndum organizado en Colombia. Allí, no nos dejemos engañar por la omnipresente propaganda de lo políticamente correcto, no se decidía la Paz sino la rendición y, por lo tanto, la dignidad de toda una nación frente a un grupo terrorista, ¡oh casualidad!, marxista-leninista.

A pesar de las decenas de millones de euros derrochados por el gobierno colombiano y la narco-guerrilla, a pesar de la ofensiva mediática mundial, a pesar de, ¡ay!, el apoyo de un Papa que ha estado pésimamente aconsejado,

Colombia dijo ¡NO!. No a dejar en manos de la narco-guerrilla diez millones de hectáreas donde ellos, y no el Estado, impondrán su visión (más bien alucinación) de la economía “campesina, familiar y comunitaria", o sea, la misma que llevó a la muerte por hambre a decenas de millones de ucranianos, rusos, bielorusos y otras naciones oprimidas por el comunismo.

No a la impunidad de los asesinos porque la inmensa mayoría serían indultados y las penas para los pocos que serían condenados son irrisorias. No a permitir el cultivo de la cocaína y marihuana en las miles de hectáreas controladas por la narco-guerrilla y que les ha ya permitido ganar miles de millones de euros y corromper a una parte significativa de los políticos, magistrados y policías de Colombia.

No a dejar en sus manos emisoras de radio y de televisión, voceras del odio emanado de la ideología marxista. No a regalar a los narco-terroristas veinte escaños en el parlamento colombiano, independientemente de sus resultados en las elecciones legislativas.

No, en fin, a blindar una constitución de 297 páginas donde todas esas aberraciones tendrán rango de ley suprema sin posibilidad de revocación.

Pero, claro, nada de eso se dijo en France Info, como nada de eso se ha dicho en la TVE, pagada por todos los españoles, o en “El País”, o en CNN o en el “New York Times”, o en tantos y tantos medios sospechosamente silentes frente a tanto atropello.

No, lo que se nos dijo literalmente es que el “no a la paz” triunfó. ¡Mentirosos! Lo que triunfó fue el “SÍ” a la dignidad.

El “SÍ” a la memoria de los cientos de miles de víctimas de la narco-guerrilla comunista. El “SÍ” al futuro de una gran nación.

A lo que yo asistí el lunes a mediodía no fue a un MBA (Master in Business Administration) tan cotizados ellos, sino a un genial MMM (Master in media manipulation).

Y encima gratis.