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Llegó en mayo al Planeta Rojo

La nave 'Phoenix' detecta nieve cayendo de las nubes marcianas

Redacción Madrid. 30 de Septiembre.

En una imagen sin precedentes en la investigación espacial, la sonda Phoenix ha registrado nieve precipitándose de las nubes marcianas, en la planicie en la que se ubica.

La nave está situada a una latitud tan al norte del planeta rojo que pronto se verá inmersa en el invierno, hasta el punto de que la falta de sol provocará que sus baterías se agoten y deje de funcionar antes de fin de año. Pero mientras, la sonda marciana sigue deparanado sorpresas y en sus experimentos con muestras de suelo ha descubierto también evidencias de la interacción pasada entre minerales y agua líquida.

   Un instrumento láser diseñado para adquirir conocimientos de como la atmósfera y la superficie interaccionan en Marte ha detectado nieve en nubes a cuatro kilómetros sobre la superficie donde se encuentra la nave. Los datos muestran que la nieve se evapora antes de alcanzar el suelo. "Nada como esto ha sido visto antes en Marte", declaró Jim Whiteway, de la Universidad de York en Toronto y responsable de la Estación Meteorológica canadiense en Phoenix. "Ahora buscaremos signos que nos indiquen que la nieve llega hasta el suelo", señaló en declaraciones publicadas por la web de la misión, recogida por otr/press.

   Los experimentos de Phoenix además han dado pistas que apuntan a la existencia de carbonato de calcio, el principal componente de la tiza y otras partículas que podrían ser arcillas. La mayoría de los carbonatos y arcillas en la Tierra sólo se forman con la presencia de agua líquida. "Aun estamos recogiendo datos y tenemos muchos análisis por delante, pero estamos haciendo buenos progresos en las grandes cuestiones que nos hemos planteado", declaró Peter Smith, el principal investigador de Phoenix de la Universidad de Arizona.

   Desde su aterrizaje el 25 de mayo, Phoenix ya ha confirmado que la dura capa subsuperficial contiene hielo de agua. Determinar si ese hielo alguna vez se derrite ayudaría a contestar las preguntas sobre si este ambiente ha sido favorable alguna vez para la vida, un objetivo clave de la misión.

   Las evidencias de carbonato de calcio en las muestras del suelo de las zanjas excavadas por el brazo robótico de Phoenix llegan de los dos laboratorios de la nave: TEGA y MECA. "Hemos encontrado carbonatos", declaró William Boynton de la Universidad de Arizona y líder de TEGA. "Esto apunta a episodios de interacciones con el agua en el pasado".

   Las evidencias de TEGA para el carbonato de calcio vinieron de la expulsiones a altas temperaturas de dióxido de carbono de las muestras del suelo. La temperatura de la expulsión coincide con la temperatura conocida a la que se descompone el carbonato de calcio y suelta el gas de dióxido de carbono, el cual fue identificado por el espectrómetro de masas.

   La evidencia en MECA vino por un efecto saturación característico del carbonato de calcio que se valora en la química húmeda del análisis del suelo. La concentración medida de calcio fue exactamente la que se esperaría de una solución saturada por carbonato de calcio.

   Tanto TEGA como la parte de microscopía de MECA han dado pistas sobre una sustancia similar a la arcilla. "Estamos viendo superficies suaves en partículas planas con el microscopio de fuerza atómica, consistentes con la apariencia de las partículas de arcillas", dice Michael Hecht, líder de MECA del JPL.

LA SONDA SE DESACTIVARA ANTES DE FIN DE AÑO

   La misión Phoenix, que estaba originalmente planeada para tres meses en Marte, está ahora en su quinto mes. Sin embargo se acerca un descenso en la energía solar que acortará y más tarde hará finalizar las actividades del aterrizador antes de final de año. Antes de que se acabe la energía, el equipo de Phoenix intentará activar el micrófono en el aterrizador para ver la posibilidad de capturar sonidos en Marte.

   "Durante casi tres meses tras el aterrizaje, el Sol nunca fue por debajo del horizonte en nuestro lugar de aterrizaje", declaró Barry Goldstein, director del proyecto del JPL. "Ahora se va durante más de cuatro horas cada noche, y la potencia de nuestros paneles solares está cayendo cada semana. Antes de final de octubre, no tendremos la suficiente energía como para seguir usando el brazo robótico", añadió.

Etiquetas:ciencia