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Son numerosos los documentos pontificios que han tratado de los temas sociales del trabajo desde el P León XIII hasta el papa San Juan Pablo I

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Fidel García Martínez Catedrático Lengua Literatura, Doctor Filología Románica.    La doctrina social de la Iglesia Católica es fecunda tanto en su forma como en su contenido.  Son numerosos los documentos pontificios que han tratado de los temas sociales del trabajo desde el P León XIII hasta  el papa San Juan Pablo II. Fue el papa León XIII quien puso los principios fundamentales de la doctrina Social de la Iglesia hace más de 100 años. Su encíclica Rerum Novarum supuso un antes y un después. Supo  dar respuesta a los profundos cambios sociales y económicos que se dieron en el siglo XIX en  Europa, siglo marcado por la revolución y por las nuevos formas económicas de entender el capital y el trabajo, con un enfrentamiento entre ambas tendencias excluyentes y contrarias. El Papa León XIII denunció las graves consecuencias de este enfrentamiento, especialmente para el mundo del trabajo, que solo era visto por el capital como una simple mercancía que podía  comprarse y venderse libremente en el mercado y cuyo precio era regulado por la ley de la oferta y la demanda, sin tener en cuenta el mínimo vital necesario para el sustento de la persona y de su familia. El Papa León XIII denunciaba con énfasis que el trabajador ni siquiera tenía la seguridad de llegar a vender la propia mercancía (su persona) al estar continuamente amenazado por el desempleo, el cual, por la falta de la previsión social, como escribe el papa San Juan Pablo II, en su interesante comentario a la Rerum Novorum, significaba el espectro de la muerte por hombre. León XIII además denunciaba la terrible explotación laboral de los trabajadores por los duros ritmos de producción, sin tener en cuenta la edad y el sexo de las personas (niños y mujeres) y con la finalidad de la obtención del máximo beneficio a cualquier precio. Todo esto  contribuyó a conformar la sociedad industrial en dos clases contrarias y con intereses opuestos y antagónicos  representados por el capital y el trabajo. Dicotomía que persiste hoy en gran parte de los países. La cuestión obrera  como a definía León XIII persiste hay radicalizada en numerosos proyectos políticos y sindicales.
Otro de la Papa, además de Pablo VI,( Populorum Progressio) que trata de actualizar los doctrina social del Papa León XIII a los nuevos tiempos fue el  papa San Juan Pablo II, quien conocía por experiencia el duro mundo del trabajo en las minas de Polonia; en su   encíclica Centesimus annus, una actualización de la Rerum  Novarum a los tiempos actuales, analiza la cuestión laboral y social desde una perspectiva de la caída del muro de Berlín (1989) con lo que supuso de crisis, social, moral y espiritual en los países del Este,  cuyas consecuencias aún perviven.  Con la experiencia  de haber sufrido la persecución comunista en su Polonia, expone la visión de la Iglesia Católica relacionado con el capital y el trabajo. La Iglesia no tiene un modelo alternativo al marxista o al capitalista. Los modelos sólo pueden reales y eficaces teniendo en cuenta los problemas de las diferentes situaciones históricas, gracias al esfuerza de todos los responsables  que afrontan los problemas concretos en todos sus aspectos sociales, económicos y culturales. La sociedad civil tiene mucho que decir, además de las organizaciones políticas y sindicales.  La Iglesia Católica, afirma el Papa, tiene su propia forma de enfocar los problemas que no coincide ni con los partidos socialista-comunistas ni con los liberales-capitalista, porque reconoce la positividad del mercado y de la empresa, pero al mismo tiempo indica que deben estar ordenados al bien común y a la justicia social. Reconoce también los esfuerzos de los trabajadores para reconocer el pleno respeto a su dignidad y espacios más amplios para participar en la vida de la empresa. Además el desarrollo integral de la persona humana en el trabajo no contradice, sino que favorece más bien, la mayor productividad y eficacia del trabajo mismo por más que esto pueda debilitar centros de poder ya consolidados. La empresa no puede considerarse únicamente como una sociedad de capitales, es al mismo tiempo una sociedad de personas. La economía debe estar al servicio de la persona no ésta al servicio de aquella.