Principal

Diario YA


 

“No abandones al amigo antiguo: el nuevo no valdrá lo que aquél” Sagrada Biblia.

In memoriam. Jordi, amigo, nos encontraremos en la eternidad

Miguel Massanet Bosch. Hoy no vamos a hablar de política ni me voy a referir a ningún otro tema de los que habitualmente suelen ser el objeto de nuestros comentarios, de aquellos que acostumbramos anteponer a las cuestiones personales o que dejamos que tengan preferencia sobre otros sentimientos más cercanos y entrañables, de los que nos cuesta dar cuenta o destapar, por un extraño pudor a mostrar nuestras intimidades. Sin embargo, en esta ocasión vamos a dejar que las emociones fluyan sin contención y que se derramen libremente, dándole a la trascendencia el valor que, en muchas ocasiones, dejamos aparcado, arrastrados por el materialismo que suelen dominar nuestras vidas cotidianas.

El fallecimiento de una persona siempre comporta una alteración psíquica, porque la muerte es, de todos los fenómenos naturales, el que más respeto nos produce y aquel ante el cual, hasta los más esforzados y serenos, se sienten incómodos y e inseguros. Pero, cuando se trata del fallecimiento de un amigo con el que se han compartido muchas horas, durante más de 25 años de vivencias, conversaciones, impresiones, momentos de depresión y otros de satisfacciones o alegrías, fracasos y éxitos; ya no se trata de la desaparición de un conocido o un familiar lejano, con los que apenas se ha convivido, porque, como me ha sucedido a mí, con la pérdida de mi gran amigo Jordi, lo que uno experimenta es la sensación de que, una parte de la vida te ha sido hurtada, que aquella compañía de la tertulia de cada día y de las confidencias para recibir su consejo, ya nunca más va a acudir a la cita y que, por mucho que lo lamentes o que lo añores, la implacable Parca ya ha hecho su trabajo y nada hay, humanamente posible, para deshacerlo.

Los lazos de la amistad, de la desinteresada y gratuita sensación de aprecio que se desprende de años de trato, de colaboración, de compartir ideales y de compenetración en todos los aspectos en los que las relaciones humanas tienen ocasión de mostrarse sin tapujos, subterfugios, dobles intenciones ni hipocresía alguna, con la claridad de la verdad sin amañamiento, la sinceridad espontánea o la confianza sin ninguna clase de recelo o ambigüedad; han sido la verdadera guía que ha afianzado, durante muchos años, esta amistad que ha compatibilizado nuestros respectivos compromisos familiares, nuestros trabajos cotidianos y las imprevisibles incidencias que la vida nos tiene reservada a todos, superando lo que, en otro tipo de amistades más superficiales, suele, en ocasiones ser motivo de desavenencias o mal entendidos. Jordi y yo nunca tuvimos el más mínimo motivo de enfrentamiento, ni sentimos momentos de distanciamiento ni mucho menos, albergamos en ningún momento de nuestra larga amistad, rencores o sentimientos de rechazo ocultos.

Jordi Guash, mi amigo, nos ha dejado para siempre. Estoy seguro que, si hay más allá de nuestra realidad mundana, otro espacio inmaterial, otra vida en la que los hombres buenos se puedan reunir en la paz y tranquilidad que ayude a proporcionar el carecer de las servidumbres y los vicios que nos aportan nuestros cuerpos materiales, va a ser un agradable contertulio que, sin duda, va a ser bien recibido por todos, para formar parte de este mundo espiritual del que tanto se nos ha hablado y del que, incluso por medio de las más modernas técnicas e inventos modernos, tan poco se sabe o, mejor expresado, del que nada se sabe, sino lo que se nos ha explicado a través de todas las religiones que, de una forma u otra, intentan darnos confianza respecto a lo que nos espera cuando crucemos este umbral, que acaba de traspasar Jordi, hacia la ignota morada de los difuntos.

Dios acoja en sus brazos a nuestro querido Jordi y permita que, en esta nueva vida en la que acaba de ingresar, siga gozando del consuelo de haberse ganado la amistad de tantos amigos, del recuerdo y amor de sus allegados y del humilde reconocimiento de aquel que, durante tantos años, ha sido su compañero en este mundo de la camaradería, en el que tantos buenos momentos tuvimos la ocasión de pasar. Descansa en paz buen amigo.