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Diario YA


 

UNA FIGURA QUE CERRÓ EL AÑO

Impresionante gazapo, afirmar que José Antonio visitó Alemania en 1940, cuando ya había sido asesinado

Manuel Parra Celaya
    A cuarenta y ocho horas de caer la bola de la Puerta del Sol, leí una reseña periodística de un libro sobre una figura del ayer que cobra en cada momento actualidad sobre el hoy: José Antonio. Realidad y mito, del historiador Joan María Thomas. Aún no tengo en mi poder la obra -que me habrá pasado desapercibida en mis frecuentes repasos de los anaqueles de las librerías-, pero me hago eco con sumo gusto de lo que publica ABC con fecha 29 de diciembre.
    ¿Cuántos libros, Dios mío, han sido editados sobre José Antonio en los últimos años? Me temo que su relación exhaustiva convertiría estas líneas en un recorrido bibliográfico, que dejo al interés del lector curioso o esperanzado.
    Me asomé a la reseña mencionada con fruición. Su autora, Silvia Nieto, comienza con una afirmación que estimo muy cierta: para el biógrafo, la distancia con el protagonista, que es imprescindible, no debe traducirse en frialdad y debe aquel derribar los lugares comunes y aclarar algún que otro entuerto; todo ello, según la periodista, lo hace Thomas.
    Poco me añade, sin embargo, el artículo de ABC a lo que tengo conocido de José Antonio, pero espero que el libro me amplíe algunos datos; de momento, corroboro lo que sé de su carácter (que combinaba seriedad, rigor, timidez, simpatía y violentos brotes de ´cólera bíblica´, la ironía, devenida a veces en sarcasmo hiriente, el afán por el autocontrol y la pulcritud de sus modales…) o de sus discrepancias con Gil Robles, no por religiosidad sino por la apuesta joseantoniana de separar la Iglesia y el Estado.
    En lo tocante a este último punto, se le desliza a la autora un impresionante gazapo, cual es afirmar que José Antonio visitó Alemania en septiembre de 1940, cuando había sido asesinado, en simulacro de juicio, en noviembre de 1936; asimismo, cobra escaso valor la anécdota, extraída según se dice del diario de Rosenberg, sobre un comentario de José Antonio relativo a que se eligiera un Papa en Toledo, desconocida para mí y para todos los biógrafos leídos hasta la fecha, pero que tiene el mismo valor que si un servidor, por ejemplo, hubiera comentado alguna vez que sentía predilección por elevar al Solio Pontificio al Obispo de Coria…
    El resto de la reseña entra en lo conocido: la trifulca con Queipo de Llano, la corte de intelectuales y artistas que rodeaban a José Antonio, la influencia orteguiana, su admiración por Mussolini (no menciona sus discrepancias ideológicas de fondo con el fascismo), la violencia desatada por el PSOE, aunque se obvia el dato de que esta se dirigía especialmente contra la Falange…
    También es interesante, aunque ya ha sido desvelado muchas veces, mencionar el complot tramado para matarlo en la cárcel, que lograron frenar, según la periodista y supongo que Thomas, Azaña, Giral y Prieto.
    Confieso que leí la reseña a través de Internet; por ello, me dado también conocer algunos comentaros de usuarios de la red. Una de ellas sostenía que ni juntando a todos los sociatas y comunistas harían la mitad de lo que hizo este señor por los obreros españoles; y otro afirmaba lo siguiente: Personaje interesante y complejo, fiel exponente de la época convulsa que le tocó vivir y de la que fue víctima. He releído el viejo y grueso tomo que recoge todo su pensamiento: el balance es sumamente positivo.
    He terminado, pues, el 2018 con José Antonio, después de haber seguido otros estudios sobre él a lo largo del año finalizado. No me resisto, para acabar, a comentar brevemente el que, con fecha de noviembre, llevó a cabo Gabriel García, titulado La autocrítica de José Antonio y extraído de la página Desde mi campanario; en este trabajo, el autor comentaba la evolución, que otros califican de perfección de su pensamiento, y que centra en temas como la superación del sistema capitalista con propuestas transformadoras y radicales, su juicio sobre la monarquía y la aseveración de que el fascismo es fundamentalmente falso porque acierta a barruntar que (el problema del ser humano) se trata de un fenómeno religioso, pero quiere sustituir la religión por una idolatría. Da qué pensar la tesis del Sr. Gabriel García: ¿a qué conclusiones hubiera llegado José Antonio de no caer bajo los fusiles del pelotón ejecutor en la cárcel de Alicante?
    Me imagino que el recién nacido 2019 también nos deparará nuevas pruebas de que el incomprendido o denostado Primo de Rivera sigue despertando la atención -y la sorpresa- para muchos españoles a los que se ha hurtado el alcance de su figura y de su pensamiento.
 

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