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Editorial Una Hora en Libertad

Es muy complicado defender la unidad de España cuando el enemigo está entre nosotros

Javier García Isac. Es muy complicado defender la unidad de España cuando el enemigo está entre nosotros, Cuando aquellos que deberían ser sus valedores y garantes la ponen en duda de forma sistemática y continuada. La cobardía de muchos, la tibieza de algunos y la complicidad de otros tantos, hace difícil la defensa de esta nación.

Es bochornoso comprobar que lo políticamente correcto en este país es la permisividad en el insulto a los símbolos que lo representan. Políticos medrosos y poco claros y jueces amigos y bizcochables son la combinación perfecta, el cóctel ideal que permite que tras la cortina de humo de la libertad de expresión de una minoría, se esconda el ataque a la unidad de una nación e incluso se aliente a la secesión de determinadas zonas de España. El penúltimo insulto a todos los españoles es el consentir que banderas que simbolizan el odio a España y los españoles entren en un recinto deportivo en el partido más importante de la temporada, que además es la final de la copa de España.

Lo de menos es que los silbidos este año se notaran menos o fueran de menor intensidad que en años anteriores, lo de menos es que uno de los dos equipos aplaudiera al himno, lo de menos es el resultado del encuentro, lo de menos es el numero de energúmenos que portaban el “trapo caribeño”, que portaban la “estrellada”. Lo preocupante, lo mollar es que se permita que esta simbología, con la carga de provocación que conlleva y que parece no importar a nadie, esté presente en estos acontecimientos deportivos para indignación de todos nosotros.

En primer lugar, parece no importar a su Majestad el Rey Felipe VI, pues en caso contrario, se levantaría y se marcharía dejando atrás una cortina de canaperos profesionales, continuando por políticos cobardes que miden toda actuación en clave electoral. Incluso en esto se equivocan. Estoy seguro que adoptando posiciones más claras, firmes y rotundas, sacarían un mayor rédito electoral que haciendo seguidismo de lo que la izquierda considera políticamente correcto y terminando por una sociedad adormecida, anestesiada que acaba tragando con todo lo que le den.

Es difícil confiar la defensa de España a los Albiol, Garcia Margallo, Maroto y compañía. Cuando se les necesita solo se les ocurre acudir a frases hechas y poses impostadas. En el mejor de los casos se piensan que con eso se ganan el respeto de la izquierda. Que necios. También resulta difícil confiarla a la izquierda española. Siempre con su forzada impostura de moralidad.

Siempre dando clases de algo que desconocen y de lo que carecen. Siempre creyéndose muy superiores al resto. Nos hablan de libertad de expresión los que no creen en ella, los mismos “mierdas” que no ven delito alguno en quemar banderas de España o insultar nuestros símbolos más sagrados, los mismos que nunca se quejan porque se multe en España por rotular negocios en español, los mismos que no protestan cuando se prohíbe la entrada de banderas nacionales en los estadios de futbol, los mismos que miran a otro lado cuando se agrede la libertad de los que no piensan como ellos. Estamos jugando un juego muy peligroso.

Considerar que es libertad de expresión atacar e insultar a los españoles y “delincuentes, fachas, fascistas o neonazis” a todos aquellos que no estamos dispuestos a seguir soportando más ataques e insultos a España y los españoles, a todos aquellos que nos oponemos a esto tan incorrecto como es lo políticamente correcto.

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