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Diario YA


 

La deuda pública y el fisco

En los últimos 40 años el estado español ha llevado la presión fiscal a unos niveles que nunca se h

Enrique Parra Valenzuela. En los últimos 40 años el estado español ha llevado la presión fiscal a unos niveles que nunca se habían visto en la historia de esta nación y simultáneamente ha vendido casi todo nuestro patrimonio empresarial público. Después de haberse embolsado la inmensa cantidad de dinero que todo eso supone, hemos llegado a tener la mayor deuda pública que jamás hayamos soportado en nuestra historia. ¿Cómo encajan estas piezas?

Ya es hora de hacer balance. En 1975, teníamos una deuda pública del 7 % del Producto Interior Bruto (PIB). Ahora esa cifra es del 99,8 % del PIB. Es decir, el estado debe tanto dinero como el que podríamos ganar todos los españoles con nuestro trabajo durante un año entero. Estas cifras son escandalosas pero si analizamos someramente cómo han evolucionado los ingresos y algunas partidas de gastos en estos años, el escándalo empieza a convertirse en choteo: ¡Nos han robado la cartera! Las partidas de ingresos más importantes vienen por vía fiscal, a través de los impuestos y tasas.

En 1975 la presión fiscal en España era del 17 % del PIB y, hoy en día, ha subido hasta llegar a casi el 40 %. Actualmente el fisco pone la mano en cada operación económica que tiene lugar en nuestro territorio: por aparcar en la calle pagas al fisco, por recibir una herencia pagas al fisco, por comprar pan pagas al fisco, por arreglar la entrada de tu casa pagas al fisco o por usar un ordenador que has comprado pagas al fisco. Incluso se llega muchísimas veces a niveles de injusticia como en Andalucía, en la que hay miles de familias que están renunciando a las herencias de bienes trabajados por sus padres durante toda su vida por no poder hacerse cargo de la liquidación del impuesto de sucesiones.

La junta de Andalucía se está convirtiendo en la gran heredera de esa gran región de España. Entre 1940 y 1975 se había ido construyendo con capital público el Instituto Nacional de Industria, el grupo empresarial más importante de España. Fue un importantísimo recurso en manos del estado que impulsó sobremanera el desarrollo industrial de la nación y se constituyó como herramienta económica fundamental para la estabilidad económica de las familias españolas.

Este grupo incluía empresas como SEAT, Astilleros Españoles, Bazán, Endesa, Iberia, Aviaco, Casa o Altos Hornos del Mediterráneo. Pues bien, todo eso se vendió. España ha abandonado aquél modelo económico que dio tanta estabilidad económica a la nación para entregarse a un modelo que ha llevado a la nación a tener que soportar un sector público desproporcionado. También se vendieron monopolios del estado como eran CAMPSA, Telefónica o Tabacalera. Todo ese dinero lo embolsó el estado y... ¿dónde está? Por la vía de los gastos, en las últimas décadas la sociedad ha generado unos costes mínimos en el ámbito del sostenimiento de la población más joven.

Sin necesidad de tener que implantar la famosa política china de “hijo único”, hemos llegado a tener una tasa de fertilidad inferior a la de ese país. El ahorro que esto ha supuesto al estado es grande, entre otras cosas, por la cantidad de colegios que se han dejado de construir y gestionar. Por otro lado, el presupuesto de defensa se ha reducido desde 1975 un 38%. Esto ha obligado a defensa a tener que financiarse recurriendo también a la venta del patrimonio que habíamos heredado del régimen anterior.

El número de funcionarios se ha duplicado desde 1975 y esa partida de gastos es importantísima en los presupuestos actuales pero las comunidades autónomas son también un grave problema económico sin mencionar otros problemas que originan como el del desgaste de la unidad nacional o la pérdida del horizonte del bien común. Mientras que en vez de tener que mantener un solo estado, tengamos que estar manteniendo a 17 miniestados –comunidades autónomas, en términos constitucionales-, el agujero negro de gasto que esto supone seguirá siendo un lastre que impida la estabilidad económica de las familias españolas.

Por este motivo, el aumento desorbitado del gasto público en las últimas décadas no ha generado empleo sino que, por el contrario, venimos soportando un paro del 17% de media desde la transición.