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Análisis

Elecciones en Ucrania

Jacobo Gadea. 12 de octubre. El pasado 8 de octubre, el presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, decidió lo que ya estaba claro hasta para los menos informados: unas elecciones anticipadas. Pero, aun siendo totalmente previsible, siempre es interesante y quizás productivo echar un vistazo hacia la situación, causas y efectos de la noticia. Especialmente cuando el país en cuestión, en este caso Ucrania, está tan cerca geográficamente y más cerca todavía en intereses y objetivos comunes con España. Por todo esto, es imprescindible empezar con un rápido repaso de los antecedentes a la decisión del presidente ucraniano. Viktor Yushchenko es un economista que, después de pasar por el sector privado, alcanzó un gran prestigio ya en el Banco Nacional Ucraniano, facilitando la introducción de la nueva moneda, el hryvna, y saneando la economía de antiguo país soviético. En 1999 comienza su carrera política al ser nombrado Primer Ministro, aunque la duración en el cargo es breve: en 2001 cae en un voto de desconfianza del Parlamento. Pasa a la oposición con su nuevo partido, Nuestra Ucrania, y en 2004 lidera la llamada Revolución Naranja, una campaña de protestas contra un fraude electoral que daba la victoria en los comicios electorales a Víktor Yanukovych en perjuicio de la candidatura de Yushchenko. Después de una semana de manifestaciones constantes, el Tribunal Supremo decide repetir las elecciones. El Parlamento acepta el fallo con la condición de despojar al Presidente de poderes que recaerían en el mismo Parlamento. Poco más de un mes después de comenzar la Revolución Naranja, Viktor Yushchenko gana las elecciones presidenciales, y ya en enero de 2005 es nombrado Presidente de Ucrania.

Se da la circunstancia escandalosa de que, antes de la Revolución Naranja, durante la campaña para la segunda vuelta de las primeras elecciones presidenciales, Yushchenko fue víctima de un envenenamiento que, a pesar de no matarle, desfiguró su cara. Todas las sospechas recayeron en su rival, Yanukovych. Además, el intento de asesinato fue el desencadenante masivo de la revolución pacífica que devolvió a Yushchenko al poder, esta vez como Presidente.

En 2005 aparece en escena Yuliya Tymoshenko, que ya había sido ministra de energía con Yushchenko como jefe de Gobierno y que también lideró la Revolución Naranja. Una vez que éste es nombrado Presidente, el Parlamento inviste a aquélla como Primera Ministra. Sin embargo, después de diferencias entre Tymoshenko y partidarios del Presidente, Yushchenko la destituye.

En 2006 hubo elecciones parlamentarias y se presentó una coalición entre el partido de Tymoshenko, el de Yushchenko y los socialistas ucranianos. A pesar de vencer dicha coalición, el Partido Socialista faltó a su palabra e impidió que Yuliya Tymoshenko accediese al Gobierno. Sin embargo, tras una disolución del Parlamento y unas elecciones anticipadas, a finales de 2007 Yuliya Tymoshenko se convierte, de nuevo, en Primera Ministra.

El último episodio de esta larga saga de encuentros y desencuentros ha sido precisamente eso último: un desencuentro irremediable entre Yushchenko y Tymoshenko. Ya rota la coalición naranja, surgida de la Revolución del mismo nombre, la Primera Ministra tomó contacto con el Partido de las Regiones de Viktor Yanukovych, que se había convertido en el principal opositor de Yushchenko. A estos tratos, que el propio Presidente entendió como una traición, se sumaba la oposición de la Primera Ministra de apoyar al Presidente georgiano, Mikhail Saakashvili, en su errónea agresión contra Osetia del Sur.

Ucrania ha tenido una posición muy delicada con respecto a la última guerra del Cáucaso: el régimen de Viktor Yushchenko ha proveído durante los últimos años de armamento a Georgia. Además, la posición incondicionalmente favorable a Saakashvili le ha granjeado aún más enemistades no sólo en la vecina Rusia, sino sobre todo dentro de las fronteras ucranianas. No olvidemos que alrededor de un tercio de la población ucraniana es de origen ruso, y que es mayoritaria en la zona este-noreste y en la península de Crimea, al sur del país.

Por otro lado, el constante acercamiento de Ucrania a la OTAN y la afinidad europeísta de Viktor Yushchenko, semejante a la del georgiano Mikhail Saakashvili, ha ido tensando más y más las relaciones con Rusia durante estos últimos años.

Ahora, con las nuevas elecciones anticipadas, se abren distintos interrogantes para el futuro de Ucrania. El fundamental es saber si, de una vez, estos comicios darán estabilidad al país o, como el resto de elecciones, no harán más que complicar la situación política nacional e internacionalmente. También es importante despejar la duda de si la decisión de Yushchenko sólo se trata de una estratagema para perpetuarse en el poder o si sinceramente busca el bien para su patria. Asimismo es dudosa la posición cambiante de Yuliya Tymoshenko con respecto a Rusia y si su más que previsible alianza con el Partido de las Regiones de Viktor Yanukovych podrá imponer algo de sentido común en los políticos ucranianos. Por último, será interesante observar si tanto para la OTAN como para la UE Ucrania sigue siendo lo que ellos consideran como un país democrático o si el cambio de orientación en el Gobierno despoja a Ucrania de ese título, siempre en opinión de los mandatarios noratlánticos o de la UE.

 

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