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Diario YA


 

"La valentía que entra en la jurisdicción de la temeridad más tiene de locura que de fortaleza." Cervantes

El ridículo de la CE y los EE.UU. en el caso de Crimea

Miguel Massanet Bosch. Nos sorprende que, instituciones que acogen a tan elevado número de personajes de la política, las finanzas, la economía y la estrategia militar, como son los miembros que componen el propio Parlamento Europeo, aquellos en los que todos los europeos hemos depositado nuestra confianza y delegado para que dirijan la CE con el fin de que, por su mediación, se fortalezcan, se reafirmen, se potencien, se consiga la sinergia y se aseguren  los lazos entre los países que la forman; de tal manera que la prudencia, la habilidad, los conocimientos y las dotes de los parlamentarios impidan que se tomen decisiones, se adopten medidas o se fomenten iniciativas que, de un modo u otro, pudieran perjudicar los intereses de toda o parte de dicha comunidad.

El reciente caso de la anexión de Crimen por Rusia, es uno de los más sonados errores de la estrategia política de las potencias occidentales, incluidas la CE y los EE.UU. Es evidente que el intento, burdo intento por otra parte, de la UE de hacerse con Ukrania para poner sitio a  lo que siempre ha sido uno de los puntos neurálgicos de la línea de defensa rusa, con es su base naval de Sebastopol y el punto estratégico de su economía energética por el que pasan los conductos de gas y lo oleoductos por los que se suministra, a una parte importante de las naciones europeas, hasta el 80% de su consumo energético; no podía quedar sin una respuesta contundente del gran coloso del norte, la Rusia del señor Putín.  Hasta el más incompetente de los funcionarios del Parlamento Europeo y hasta el más inepto de los que forman las representaciones diplomáticas de los países que lo forman, podía pensar que el intento de arrancar a Ukrania de la órbita rusa, en la que, por cierto, siempre ha estado incluida; iba a provocar un enfrentamiento con los rusos.

Europa ha calculado, erróneamente, su intento de atraerse a Ukrania, después de que unos revolucionarios, envalentonados por la promesa de la CE de apoyarlos y facilitarles las ayudas económicas de las que estaban tan necesitados, se lanzaran a la calle y obligaran al gobierno pro ruso a ceder el poder, para ser sustituido en el gobierno por un equipo pro occidental pero carente de experiencia y con la necesidad de hacerse cargo de un país en la más completa ruina. Lo cierto es que, la cobarde reacción de Europa y la no menos mojigata postura de los EE.UU del señor Obama, olvidándose de sus promesas de ayuda y dejando a los ucranianos colgados de la brocha, enemistados con Moscú y sin la ayuda prometida que se les había ofrecido desde las cancillerías europeas. Europa, una vez más, ha demostrado su división interna,  su nula capacidad de respuesta ante un adversario contundente, que no se ha andado con tonterías cuando ha visto que se pretendía invadir su zona de seguridad. 

La CE que ha quedado desacreditada, no sólo ante la gran potencia que todavía es Rusia, sino, y esto es seguramente lo más lamentable, ante las naciones que forman parte de ella, que han tenido ocasión de comprobar la irresponsabilidad de sus dirigentes, la inoperatividad de su Parlamento y el poco peso político de una unión de naciones que, en un principio, tenía vocación de ser una de las potencias mundiales que se pudieran medir, con ventaja, con los poderosos EE.UU, la Rusia post Telón de Acero y las naciones asiáticas emergentes: como la China, la India o la misma Corea del Sur.

No obstante, la debilidad interna de esta asociación de naciones, ya se ha venido demostrando desde que, Inglaterra, se negó a cambiar su moneda por el euro; o cuando ha sido imposible conseguir un acuerdo unánime para que se dote a la CE de una Constitución supranacional, que permitiera establecer normas que afectaran a todas las naciones, en aquellas materias esenciales para que la convivencia y la necesaria permeabilidad social, económica, defensiva y diplomática, permitiera que, en ocasiones, como la que actualmente se ha producido con la invasión de Krimea; la reacción de toda la comunidad no estuviera condicionada por la necesidad de esperar a que todas las naciones se pongan de acuerdo para poder actuar.

Por si no bastara la metedura de pata, ahora parece que se quieren poner estupendos, intentando cubrir sus necedades asumiendo una postura de dignidad mancillada, de falso orgullo ofendido y de supuesta represalia hacia quien se “ha atrevido” a cometer un acto merecedor de ser sancionado. Sólo que, cuando uno se para a analizar  lo que están haciendo, tanto el Parlamento Europeo como los propios EE.UU, para “castigar” el golpe da autoridad llevado a cabo por el Kremlin, zampándose de un bocado a la  península de Krimea; causa risa cuando no vergüenza  comprobar que se limitan a impedir que algunos capitostes rusos puedan viajar a Europa o a los EE.UU o que se les incauten sus bienes en el extranjero. Para más INRI, parece que a los rusos del señor Putín les ha gustado el juego y han contestado aplicando las mismas sanciones a diversos personajes americanos. ¿Y ahora qué?, ¿se van a atrever los europeos y americanos a aplicar medidas verdaderamente importantes, como dejar de importar petróleo o gas de Rusia? Mucho nos tememos que no.

Porque esto ya son palabras mayores que, para muchos, puede que le suenen a exageradas dadas las consecuencias que, para los países del norte de Europa, pueden derivarse si se les corta el suministro energético del que dependen, en gran medida, sus economías; que podrían quedar colapsadas si no se arbitraran medidas para solucionar rápidamente un suministro alternativo al Ruso como, por ejemplo, el gas de Argelia. Los EE.UU tienen en su territorio importantes reservas energéticas de gas y petróleo. Aparte, han conseguido tecnologías que les permiten explotar otras fuentes de energía con las que parece que están consiguiendo ser autosuficientes, algo que les permitiría prescindir del petróleo procedente de Venezuela, con la que están en continuo litigio. Europa, por el contrario, no dispone de pozos de petróleo suficientes, ni de bolsas de gas ni, incluso, de suficientes fuentes de energías alternativas que le permitan auto abastecerse y prescindir del suministro que les llega de Rusia o de Irán, los emiratos árabes y Arabia saudita, muchos de ellos países islámicos afectados por situaciones de inestabilidad política, capaces de poner en cuestión un suministro continuado de crudo.

Un se pregunta a qué viene que, la UE, se complique la vida intentando meterle el dedo en el ojo a Rusia, cuando tiene temas tan importantes que resolver, sin necesidad de poner sus ilusiones expansivas en Ukrania, como sería, por ejemplo, ocuparse del tema de la inmigración. Mientras alguna comisaria europea parece que pretende que se impida la entrada de inmigrantes por Ceuta y Melilla a base de recepciones con todos los honores a aquellos que vienen, en oleadas, a ocupar nuestras ciudades, en África; da la sensación de que, en la UE, no hay quien se tome en serio el tema de la inmigración.  Es preciso de que se tome conciencia, tanto en España como en el resto de la CE, que no hay frontera en el mundo que permita entrar a los inmigrantes, si no es cuando cumplen con los requisitos exigidos por sus leyes. Es evidente que España no puede hacerse cargo de los miles de seres que pretenden entras de matute a través de sus fronteras africanas. Puede que si se los mandásemos, por avión o en autobuses, al resto de países europeos, el Parlamento europeo empezaría a tomar cartas en el asunto. O así es, señores, como contemplamos estupefactos, este triste panorama europeo.

 

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