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El rey Alberto II busca una salida a la crisis en Bélgica

 Leterme tiró la toalla por la imposibilidad de lograr un acuerdo entre los partidos políticos flamencos y valones sobre la reforma del Estado para descentralizarlo y dar más poder a las regiones. 

 A las tres y media de la pasada madrugada, un comunicado del Palacio Real anunciaba que Leterme había presentado su dimisión y que el rey mantenía su decisión en suspenso. Ello significa que la renuncia del primer ministro todavía no es efectiva. El Gobierno de Leterme tardó 9 meses en formarse tras las elecciones de junio de 2007 y sólo ha resistido 4 meses.

   Alberto II tiene ahora varias opciones sobre la mesa: pedir al primer ministro que continúe, considerado lo más probable por los analistas belgas; nombrar un nuevo formador de Gobierno, y en este caso quien tiene más posibilidades es el líder de los liberales valones, Didier Reynders; o bien apostar por la convocatoria de nuevas elecciones, una posibilidad que no gusta a nadie.

   Durante la mañana del martes se sucedieron los contactos y las reacciones de los diferentes grupos políticos flamencos y valones, que se reprocharon mutuamente la caída del Gobierno.

   En el comunicado en el que anunció su renuncia, el primer ministro destaca que las diferencias entre las comunidades flamenca y valona sobre la reforma del Estado "son hoy en día irreconciliables". "Sin embargo, una reforma del Estado sigue siendo un elemento esencial de un acuerdo de Gobierno", añade.

   El propio Leterme se había fijado la fecha del 15 de julio como tope para lograr una vasta reforma del Estado para dar más competencias a las regiones, algo que exigen todos los partidos flamencos pero que ven con reticencias los valones. Pero a fecha de ayer no se había logrado ningún avance ni sobre posibles transferencias de competencias ni sobre la revisión de la ley de financiación.

   Tampoco se habían acercado posturas por lo que se refiere a la escisión del distrito electoral Bruselas-Hal-Vilvorde, en la periferia de la capital. Este distrito se encuentra en territorio de Flandes, pero los valones que residen en él -unos 120.000- pueden votar por candidatos valones en las elecciones. Ello supone una excepción en la estructura institucional belga, caracterizada por la división territorial según criterios lingüísticos. Los flamencos exigen acabar con esta anomalía.

   Como posible salida, Leterme había propuesto proseguir las negociaciones pero asociando a partir de ahora a los Gobiernos regionales. Una propuesta que fue admitida por los partidos valones pero que no fue aceptada por los flamencos, lo que acabó provocando la dimisión de Leterme.

 

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