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Diario YA


 

Si la Democracia se define como el Gobierno del Pueblo Soberano, los políticos son sólo intermediarios

El GOPROGESTCONE

Enrique De la Puente. Hará unos 20 años, cuando comenzaba a hablarse de la Sociedad de la Información en el Mundo, Telefónica de España promocionó unas conferencias sobre el tema, en las que participé. Recuerdo que un conferenciante, creo que se llamaba Prats, hizo una presentación sobre lo que él identificaba como la República Electrónica; su tesis venía a decir que en una sociedad, en la que todos sus miembros iban a estar comunicados de forma tan fácil, no serían necesarios los políticos y que la Democracia sería más auténtica al poder ejercer cada individuo del pueblo soberano su derecho a votar directamente cada propuesta de decisión, en la que estuviera interesado, que tuviera que adoptar el Gobierno de turno.

Recuerdo también que tras la conferencia estuve siguiendo durante un tiempo la trayectoria del ponente y de sus intervenciones con la misma conferencia por distintos países de Sudamérica, hasta que no volví a encontrar algo referente a la República Electrónica y alguien me comentó que algún político se lo había quitado de en medio mediante alguna oferta importante, pero con la condición de que dejara de hablar del tema. Comento todo esto para poner de manifiesto en primer lugar que la idea original no es mía, pero reconozco en segundo lugar que desde el primer momento me gustó, ya que una gran parte de mi vida profesional ha estado relacionada con la Planificación y la Organización y uno de los objetivos que se pretenden en ambas es suprimir de las cadenas de los procesos de gestión los eslabones que no incorporen valor al producto final y que acorten dichos procesos.

Si la Democracia se define como el Gobierno del Pueblo Soberano, los políticos son sólo intermediarios entre los ciudadanos y el Gobierno, es decir, eslabones en la cadena de toma de decisiones, y pensando en lo que hacen, no parece que incorporen ningún tipo de valor. Sí parece que la idea de la República Electrónica, eliminando a los políticos, podía ser un buen sistema de gobierno para el Pueblo Soberano. Pero… ¿podría ser esto factible?

Hay que tener en cuenta los posibles resultados de las decisiones a tomar, antes de hacerlo, para ver las consecuencias que se puedan derivar de las mismas. Analicemos cómo podría ser un sistema de este tipo, porque la Democracia no es la panacea que lo arregla todo. Puede que una de las primeras decisiones que votara el Pueblo Soberano fuese la de suprimir los impuestos y, aunque la supresión de los políticos y toda su parafernalia aportara al sistema miles de millones de Euros, el sistema colapsaría. Es muy posible que entonces el Pueblo Soberano votara que los impuestos los pagaran los ricos, que pueden ser de dos tipos, los ricos por patrimonio, que se quedarían sin él pero que no podrían volver a aportar nada y los ricos que ganan dinero con su esfuerzo, su trabajo y su riesgo, que al darse cuenta de que los dejaban sin sus ganancias, muy probablemente dejarían de trabajar, esforzarse y arriesgarse y no volverían a crear riqueza, es decir, recursos para el sistema. Veamos cómo podría mejorarse el sistema y se me ocurre que la votación no debería ser de forma directamente vinculante.

De hecho si tenemos un problema de salud, no reunimos al personal de un hospital para decidir en asamblea el tratamiento más conveniente; no, acudimos al especialista, porque pensamos que el diagnóstico será más acertado. Cuando mis hijos tenían 10, 9, 8 y 6 años, si hubiéramos hecho una encuesta para decidir el menú del día, habría salido para la comida de primer plato helado, de segundo natillas y de postre leche frita; para la cena seguramente la elección habría sido palomitas con una coca cola delante de la TV. No, el menú lo determinaba la experiencia de su madre, que les proporcionaba una dieta equilibrada.

Cuando eran un poco más mayores y hablaban de tomar decisiones de forma democrática, yo les decía que bueno, que cada año que tuviéramos cada uno suponía un voto, y como entre su madre y yo teníamos más años que sumando los años de ellos, las decisiones las tomábamos nosotros, es decir una democracia matizada, que permitiera que las decisiones las tomáramos los que éramos mayores y sabíamos más. Ahora bien, para gobernar un país democráticamente no se pueden establecer criterios que den más derechos a unos ciudadanos que a otros y no se puede discriminar a nadie, salvo por la minoría de edad, por ninguna otra causa, ya sea formación, inteligencia, riqueza, etc., por lo que volveríamos a que la decisión directa no sería una solución aceptable, por los peligros que podría entrañar.

Es evidente que, como se ha dicho anteriormente, la votación del Pueblo Soberano no debería ser vinculante, pero estaría claro que habría que tenerla en cuenta. Un Gobierno debe saber tomar buenas decisiones, es decir, debe estar compuesto en parte por profesionales de las distintas materias sobre las que tiene que tratar y contar con buenos gestores para, con la información de los profesionales, obtener de los recursos disponibles el mejor resultado; también deberá estar compuesto por buenos comunicadores, para explicarle al Pueblo Soberano el motivo de que no puedan satisfacerse todas sus demandas y, por último, de buenos negociadores para establecer acuerdos sobre qué prestaciones eran más importantes y cuáles tendrían que suprimirse, si se incorporaban al sistema otras que quisieran percibir los ciudadanos.

Vemos, pues, que en esa utópica República Electrónica el Gobierno debería estar constituido por buenos profesionales, magníficos gestores, expertos comunicadores y exitosos negociadores, de ahí el título de este artículo: GOPROGESTCONE, con esa manía actual de crear organismos utilizando las primeras letras de las palabras que de alguna manera dicen para qué sirve. Es evidente que la primera decisión a tomar por ese hipotético gobierno sería la de cambiarse el nombre por uno más fácil de pronunciar y más bonito, porque reconozco que la palabra es horrible. Ahora bien, uno de los problemas que tiene el sistema actual es que, a pesar de las leyes, hay individuos que se sueldan a las poltronas y no se les puede quitar de en medio, soportando el Pueblo Soberano el coste de su continuidad.

En el nuevo sistema todos los implicados en el mismo sólo podrían trabajar en él durante 8 años salvo que, por méritos extraordinarios, el propio sistema decidiera aumentar de forma excepcional el período a 12 años de alguien, ya que sería una pérdida importante prescindir de él. Durante estos años de trabajo en el nuevo sistema, todos los miembros deberían someterse a una reválida, como las que tienen que pasar los MIR (Médicos Internos Residentes), que cada cuatro años tienen que demostrar que mantienen los conocimientos suficientes, pero en el caso de los gobernantes este paso debería realizarse cada año, demostrando no sólo conocimiento, sino también eficacia en su aportación al sistema y ética en su comportamiento. El sistema también debería contar con medios extraordinarios, como el que antiguamente ponía en funcionamiento el Ejército cuando alguno de sus miembros no se comportaba con la ética que la institución les exigía; en estos casos los mismos compañeros le hacían un Juicio de Honor y si no pedía la baja, directamente se le expulsaba. Toda esa responsabilidad se les debería exigir a los gobernantes en el nuevo sistema.

El paso de uno a otro sistema, en lo que se refiere a los ciudadanos que en este momento estén vinculados al entramado gubernamental actual, no tendría que ser traumático, ya que empezarían a contar para ellos las condiciones del nuevo sistema y como máximo en un período de 8 años habrían desaparecido del sistema, aunque se podría activar el proceso con bajas incentivadas, utilizando para ello los recursos que liberaría la no existencia de políticos. En el nuevo sistema, la organización debería ser centralizada en lo funcional, y descentralizada en cuanto a los objetivos; y para cada puesto se convocaría una oposición con los requisitos del puesto a cubrir, a la que podrían acceder todos los ciudadanos, incluidos los actuales funcionarios.

De esta manera, con la utilización de los medios que nos ofrecen las nuevas tecnologías, podría configurarse un gobierno mucho más reducido que el actual y con personas que sabrían claramente cuál era su responsabilidad dentro del sistema. La instrumentalización de comunicaciones entre el Pueblo Soberano y el Gobierno no sería difícil, ya que las redes sociales son de dominio público, aunque no pierdo el tiempo hablando de ella, porque dudo que los privilegiados del sistema actual, es decir los políticos, fueran capaces de renunciar a sus prebendas, como lo hicieron los políticos de la transición.

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