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Editorial: "Educando a De la Vega"

Editorial. 30 de mayo. La Naturaleza no produce sacerdotes; la Naturaleza produce hombres. Hombres buenos y hombres malos; hombres altos y hombres bajos; listos y tontos. Unos pocos hombres de los producidos por la Naturaleza se convierten con el paso del tiempo en sacerdotes. Otros se hacen abogados y aun ministros. Por el hecho de convertirse en sacerdotes, abogados o ministros no dejan nunca de ser hombres.

Entre los sacerdotes, también los hay buenos, malos, altos, bajos, listos y tontos. Algunos, muy malos, cometen delitos execrables. Inapelablemente, la Ley, cae sobre ellos. Éste es un punto sobre el que los católicos no tenemos dudas porque sabemos que, más allá de la justicia de los hombres, hay una Justicia divina que siempre cumple. La Ley es la forma que tiene la Naturaleza de corregir sus aberraciones y ordenarse hacia la virtud y el bien común.

En algunos países, el problema es que la Ley provoca la aberración y ordena hacia la degeneración del hombre. Es el caso de España, país en el que matar hombres, aunque pueda parecer extraño, no es un delito sino un derecho de las madres. Cuando la ley es injusta, en realidad, no es ley. Pero algunos ministros se empeñan en que, cualquier cosa escrita bajo las tapas duras de un código, es ley. Esto permite a algunos sacerdotes decir que es peor la aberración de la ley que la corrupción del hombre, porque el hombre, por Naturaleza, es corrupto y necesita de la Ley para corregir esta aberración y, si no puede contar con ella, se corrompe. Esto es, básicamente, lo que no entiende la ministra. 

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