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Diario YA


 

Editorial: "A un mes de las europeas"

Editorial. 4 de mayo.

Se levanta el telón de las elecciones europeas. Los partidos políticos cruzan acusaciones y presentan su idea de Europa. De momento, dentro del arco parlamentario, los dos principales partidos políticos ya se han puesto manos a la obra en un intento desesperado de convertir los comicios europeos en unas primarias. En España, todo se convierte en elecciones generales a las primeras de cambio: gallegas, vascas y hasta las que optan a la Casa Blanca. En éstas, en las que se conformará la distribución de escaños en el Parlamento europeo, los populares buscan un resultado que les permita conjeturar con el principio del final de la era ZP y, el partido que gobierna, un respiro para terminar sin sobresaltos la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero. Tanto ansía la izquierda socialista la bocanada de aire, que miente sin reparos sobre las verdaderas intenciones de sus adversarios.

Miente Jáuregui cuando afirma que el PP representa la opción del euroescepticismo en Europa. ¡Ojalá! Lo cierto es que los partidos euroescépticos han dado la espalda al PP, empezando por el que más solera tiene en parlamentarismo: el Partido Conservador británico. Desde las filas del partido que dirige David Cameron se cansan de asegurar por activa y por pasiva que su socio en la UE no será, de ninguna manera, el partido de Rajoy. El motivo: Rajoy y sus populares están tan contentos con la Europa de los mercaderes como el que más y, en cambio, los de Cameron andan en la pomada de la construcción de una Europa de las naciones, asentada en valores culturales, históricos y, también, económicos. La diferencia se hace evidente a todas las inteligencias menos, según parece, a la de Jáuregui (salvo que se trate de un ardid del socialista para atraerse el voto de algún popular despistado).

Miente Jáuregui cuando asegura que la abstención es un voto al PP. La abstención, principal partido de las próximas elecciones europeas, se coge y se reparte en porciones proporcionales entre los concursantes, o se contabiliza como fuerza política con entidad jurídica propia. La abstención, en este caso, supone y significa el más que razonable hartazgo de los españoles por una clase política cargante y por un ente supranacional de difícil identificación, algo situado entre Dios y Zapatero, pero que sólo por sus efectos negativos, y por lo que supone de prohibición sobre la prohibición, es percibido por el contribuyente. En realidad, prohibición para hacer lo bueno y obligación de obrar lo malo.

La abstención nunca es de un partido político en concreto, sino de un sistema político en general. Y será la abstención quien se alzará con la victoria en las próximas elecciones europeas. Jáuregui anima a sus votantes a acudir a las urnas porque para el 7 de junio se espera buen tiempo en toda la Península, con temperaturas veraniegas y el agua de nuestras playas a veinticinco grados centígrados. Europa no interesa a nadie; esta Europa ininteligible interesa menos aún y, mientras no aparezca en el panorama nacional un partido político realmente euroescéptico, la abstención seguirá poniendo de manifiesto el alejamiento infinito entre el pueblo y la clase política.  

 

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