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Editorial: "África"

Editorial. 4 de junio. Una de las ventajas que ofrece editar este periódico es que nos permite tener momentos de conversación con los miembros de nuestro Consejo Asesor de una manera fluida y cordial. En esas conversaciones, a la sombra de un café, salen a relucir experiencias de periodistas experimentados, anécdotas de vivencias y viajes, reflexiones sobre el devenir del mundo desde el prisma de los grandes hombres, de los hombres a los que tratamos de imitar y cuyo ejemplo quisiéramos seguir.

Hoy el culpable de disparar nuestros sueños ha sido Manuel Bru. Nos contaba algunas historias sobre su último viaje a Angola. Adivinábamos que las palabras no podían contener la emoción de los instantes vividos y, aún así, cautivaban nuestros oídos y nos trasladaban a las tierras africanas como escenas de una película en cinemascope. Hablábamos de la importancia de África en el siglo XXI, en su interés geopolítico para las grandes potencias mundiales y para las emergentes, en el damero de ajedrez en el que la convierten el coltán, los diamantes, el oro y los yacimientos de petróleo, de cómo sucumbirá por otros cien años bajo el peso del capital, de los grandes intereses comerciales, de la guerra, el hambre y la enfermedad y, también, de cómo durante otros cien años será la yihad la que ponga resistencia a la invasión y la Iglesia católica la única esperanza sólida en el corazón de sus gentes. Hablábamos de misiones y misioneros, de abnegación y entrega y de todas esas cosas que se olvidan cuando se trata de sacar a la palestra a la Iglesia en los medios de comunicación de masas.

Manuel cuenta que conoció a tres monjitas. Entre las tres soportan el peso de una escuela con quinientos niños y un pequeño centro de salud de atención primaria. El Gobierno angoleño colabora con unas batitas para los escolares y, ciertas ONGs, con unos lotes de alimentos básicos por alumno (galletas y zumo, única dieta de muchos de los niños del centro). Aquellos no escolarizados, saben que al final de las clases las monjitas preparan arroz con leche para todos ellos. El arroz con leche es la comida más barata y sale, íntegramente, del dinero que las familias de las tres hermanas envían a estas. Muchas veces, el arroz se acaba y alguno vuelve a casa con la escudilla vacía, esperando tener más suerte al día siguiente. Ésta es la imagen auténtica de África, la imagen que nos gustaría traer, seguros de que movería las conciencias de mucha gente. La imagen que justifica el aspa en la declaración del IRPF.

Cuenta Manuel que en el hospital capitalino, la directora, se queja amargamente porque el paludismo, que afecta a una mayoría de la población, se cura con una vacuna que cuesta 90 euros. Las vacunas, naturalmente, no llegan, pero los almacenes del hospital están llenos de cajas de preservativos donados por organizaciones internacionales en ese esfuerzo macabro de acabar con la pobreza del Tercer Mundo eliminando a todos los pobres. Y ésta es la auténtica imagen de nuestra hipocresía. ¿Quién necesita vacunas teniendo condones? 

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