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Diario YA


 

Editorial: "¿Quién gana qué?"

Editorial. 13 de mayo. Seguramente todo el mundo coincidirá, al menos en fuero interno, en que ha sido Rajoy quien ha ganado retóricamente la primera jornada del Debate sobre el Estado de la Nación. Seguramente, el líder de los populares, ha sacado esa garra a la que no nos tiene acostumbrados y, seguramente, a poco que se analice, José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a encender la mascletá de las medidas efectistas para crear una cortina de humo sobre un debate, el de la crisis, que tenía perdido; única estrategia posible para salir medianamente airoso de la pseudo-moción de censura orquestada por el PP. Cada uno hará la lectura que quiera porque para eso está este combate parlamentario.

Los discursos de los líderes de los dos grandes partidos políticos pueden analizarse aisladamente en el contexto del debate parlamentario o extrapolarse a estrategias más amplias con objetivo final el 7 de junio. Con esta segunda perspectiva -la de las medidas previas, el debate y las elecciones-, nos quedamos.

La previa tuvo lugar un día antes de que comenzasen las sesiones parlamentarias con el anuncio de la puesta en libre circulación de la píldora abortista postcoital, sin consentimiento paterno y de obligada dispensación por parte de los farmacéuticos. Una medida para cohesionar a la izquierda y para dejar en fuera de juego al partido que aprobó primero su distribución: el PP.

El tema estrella del debate era la crisis, como no. Hace algunas semanas, desde el PSOE, se aseguraba que se habían tomado todas las medidas necesarias para atacar la crisis y que no quedaba margen de maniobra para intervención extraordinaria alguna por parte del Gobierno. Este fin de semana, en cambio, un magnánimo y humilde Zapatero, reconocía que para salir de la crisis había, al menos, dos métodos: el del PP y el del PSOE; el liberal-conservador de la gratuidad del despido y el liberal-progresista de las garantías sociales. Ambos, con más o menos carga de daños colaterales, valían para sacar a España de la recesión-depresión-deflación que atraviesa. Hábil jugador de cartas, Zapatero introduce en su discurso un batiburrillo de medidas y garantías en el que lo mismo se tiene la certeza de que no se abaratará el despido, como se contempla una bajada en el impuesto de sociedades. Nuevamente, se podrá decir que Zapatero, parco en ideas, ha necesitado recurrir al recetario centro reformista para sacar adelante el debate. Pero parece también evidente que Zapatero ha puesto en fuera de juego a Rajoy. ¿Cómo van a ser malas unas medidas propuestas por ustedes? –parece estar diciendo el presidente del Gobierno.

La fecha de realización del Debate sobre el Estado de la Nación la marca el presidente; ¿por qué a quince días de unas europeas si una mala actuación en éste puede suponer el descalabro en aquellas? Sencillamente (y he aquí donde se ve bien a las claras las mágicas artes de Zapatero), porque esto tiene truco y sabe que, de ninguna manera, puede perder.

Si Rajoy preparó el debate armándose de argumentos y buenas razones; si ha tenido a sus colaboradores entretenidos en la elaboración de fichas y más fichas con datos y más datos para abrumar al presidente; si había conseguido que todos los parlamentarios se pusiesen de su parte para tumbar al Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero se ha parapetado tras un espejo de cuerpo entero y ha dejado que el PP se rompa los nudillos contra una imagen de sí mismo, contra el reflejo de las medidas que tomó primero, contra la irrealidad de sus Gallardones, Villalobos y Pastores y su querencia a la izquierda. Va a ser que no es tan tonto. 

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