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Sin embargo no hay por el momento ninguna investigación contra el asesinato de cristianos en el mismo Estado indio

Comienza el proceso judicial por el atentado de Orissa, en la India

Redacción Madrid. 2 de febrero. La policía del Estado de Orissa, en la India, ha entregado a la procura (fiscalía) los legajos para iniciar el proceso contra siete maoistas, acusados de estar involucradas en el asesinato del líder religioso hindú Laxmanananda Saraswati, cuya muerte –el 23 de agosto del año pasado– dio inicio a una grave ola de violencia contra los cristianos, a quienes grupos radicales acusaron del homicidio. Informa la agencia misionera MISNA.

   La violencia dejó tras de sí decenas de muertos, muchas viviendas y templos incendiados, y miles de desplazados. Las fuerzas del orden no difundieron los nombres, pero en diciembre habían sido arrestadas cuatro personas: un activista de la rebelión maoísta y otros tres presuntos simpatizantes del movimiento.

   El homicidio de Saraswati, líder local del grupo hindú radical VHP, y cuatro de sus asistentes –todos muertos en un ataque armado a su ashram (‘comunidad’) – había sido reivindicado por los rebeldes maoístas, lo que no impidió que los cristianos fueran acusados de estar implicados en los hechos. Las fuerzas del orden agregaron que las investigaciones prosiguen y que no se excluye la posibilidad de nuevos arrestos.

   También fueron entregadas a la magistratura las pruebas contra diez personas acusadas de haber estuprado a una religiosa durante la violencia en el distrito de Kandhamal.

   La violencia contra los cristianos, que se extendió por semanas enteras con variada intensidad, fueron duramente condenadas por el gobierno central de Nueva Delhi, por la Unión Europea y por otros entes internacionales. En el centro de las críticas se encontró también el gobierno local de Orissa, considerado demasiado condescendiente con los grupos radicales hindúes.

   Según cálculos oficiales los muertos fueron 38, pero fuentes religiosas cristianas hablan de no menos de 60. Hasta el día de hoy, más de 8.000 desplazados permanecen en los campamentos que los acogieron y temen regresar a sus aldeas.

 

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