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Diario YA


 

“Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes. ¿Qué acierto, pues, se puede esperar de sus resoluciones? B.J. Feijóo

Ataques al turismo: dar coces contra el aguijón

Miguel Massanet Bosch. Fruto de otro de estos estudiados planes de estos grupos de izquierdas, como la CUP, por ejemplo, que no parecen dispuestos a cejar en su empeño de enturbiar la política española, mediante actuaciones encaminadas a interferir en la vida de los ciudadanos, entorpecer la convivencia, perjudicar en lo posible todo aquello que pueda redundar en beneficio del país y crear un ambiente lo más ominoso posible, para dar la sensación, dentro y fuera de España, de que estamos viviendo en “territorio comanche” (utilizando la afortunada frase de Arturo Pérez Reverte) donde la seguridad en las calles brilla por su ausencia, las fuerzas del orden están en plan meramente decorativo y los temerarios que se atrevan a venir a visitarnos se exponen a ser recibidos como facinerosos, cuya presencia resulta molesta, desagradable y antipática.

Este es, evidentemente, el propósito de los distintos grupos de antisistema, que están vegetando por la geografía española, con el objetivo de no dejar títere con cabeza, perjudicar una de las fuentes mejores de ingresos de las que disponemos los españoles, como es el turismo, y, de paso, crear en los países que tradicionalmente nos envían mayor número de turistas, la idea, falsa por supuesto, de que en España los ciudadanos somos todos un hatajo de mal educados, gamberros e incivilizados, que no saben recibir como es debido a quienes se gastan su dinero visitándonos, para admirar las bellezas de nuestra nación. Si ha sido en Barcelona, hoy en día convertida en el centro del incivismo al que nos venimos refiriendo, donde se ha iniciado esta nueva forma de intentar poner a los ciudadanos en contra de este maná turístico que tantos puestos de trabajo ha creado, que tanto viene dinamizando nuestra economía, todavía vacilante en su crecimiento una vez superada la parte peor de la crisis, y que, en lo que va de año, ha supuesto una inyección de euros superior a los 37.000 millones de euros. Una cifra mareante y que debiera hacer pensar a esta serie de descerebrados que intentan agostarla, el enorme error que están cometiendo y las consecuencias que pueden reportar para todo el país y los millones de trabajadores que, gracias a esta actividad, han conseguido salirse del desempleo y ahora gozan de un trabajo digno.

La señora Colau, esta especie de filoxera que ha caído sobre la ciudad de Barcelona, ocupando una alcaldía que nunca debió de haber alcanzado; ha sido la primera que se manifestó contra el turismo intentando, con cierto éxito, inculcar en muchos ciudadanos la idea de que la gran afluencia de turistas en una ciudad como Barcelona( Cataluña es la que más turistas ha venido recibiendo desde principios de año) no es conveniente, “agobian” a la ciudadanía y causan efectos secundarios muy “dañinos” para los barceloneses.

Nada más ocupó su cargo, sin consultar sobre la legalidad de lo que intentaba hacer y en un arranque de insensatez que, por si sólo, ya califica a la persona de la alcaldesa, decidió promulgar una moratoria en contra de la apertura de establecimientos relacionados con el turismo, entrando como elefante en cacharrería, en todo el tinglado que depende del turismo, arrasando derechos, aplastando permisos ya concedidos y cargando en contra de la economía de todos aquellos que ya esperaban poder afrontar el agosto, con todos su locales en debidas condiciones de hacer un negocio, algo que era legítimo y que, por la voluntad de esta señora, experta oponerse a los desahucios dictados por la autoridad judicial, se quedaron con dos palmos de narices y, como se dice vulgarmente, compuestos y sin novia.

Puede que estos bárbaros, que no dudan en intentar desprestigiar la gran aureola turística de la que está rodeada España fuera de nuestras fronteras; fuere por el supino desconocimiento que, en muchas ocasiones, tienen sobre los temas importantes que afectan a España o por insistir en el intento de desestabilizar al Gobierno, la maldad de convertir las calles en lugares donde reine el caos o crear, entre los turistas, la sensación de que visitar una ciudad o una localidad de España entraña el peligro de ser tratado de forma ignominiosa, insultado o atacado cuando viajan en un autobús, como sucedió con estos “angelitos” de la CUP (por cierto no tenemos noticias de que se haya detenido a ninguno de los vándalos que asaltaron el autobús) que trataron a baqueta a unos británicos que viajaban en el bus turístico, los obligaron a bajar del coche y amenazaron con arma blanca al conductor, mientras se dedicaban a pintarrajear, sin el menor sentido de la vergüenza, un bien que no les pertenecía.

¿Qué hizo la alcaldía de Barcelona? Retrasar el dar la noticia del hecho tres días para intentar quitarle hierro a un tema que, no obstante, fue dado a conocer por la prensa británica en la Gran Bretaña, a las pocas horas de producirse, con todo lujo de detalles y los correspondientes comentarios sobre el peligro de desplazarse a España, un país de gamberros. Lo malo es que, por un sentido equivocado de lo que debe imitarse o de aquello que es mejor no tomar ejemplo, en otros lugares de España, como en mi tierra, Mallorca, se han venido cometiendo gamberradas semejantes con efectos similares a los que se produjeron en el asalto de Barcelona. Tampoco en el País Vasco, tan amigos de aprovechar cualquier ocasión para sacar a los gudariak de la kale boroka a las calles, han querido dejar de participar en esta campaña anti-turística que, de seguir así y, viendo el comportamiento pasivo que los encargado de mantener el orden parece que mantienen, seguramente por orden de sus superiores, es muy posible que se convierta en la “diversión” de este verano para estos sujetos que, según parece, han conseguido bula para llevar adelante sus actos terroristas.

No creemos que el Gobierno pueda hacer caso omiso de este nuevo desafío, que amenaza, de seguir extendiéndose por el resto de la península, en convertirse en un problema general, de magnitud parecida al que los catalanes, con sus ambiciones separatistas, están planteando en España y que, puede tener consecuencias insospechadas para el sector del turismo si llega a expandirse la noticia de que, en España, no se puede venir a hacer turismo por la actitud levantisca, agresiva, descortés y amenazante de los españoles que, aunque en realidad no sean más que unos pocos los que cometen semejantes actos, todos sabemos cómo se hinchan las noticias cuando las naciones y sus gobiernos están interesadas en que, sus ciudadanos, prefieran gastarse el dinero en casa que ir a dejarlo en los países turísticos.

De hecho, el PP del señor Rajoy ya está empezando a cosechar los efectos de haber dejado que problemas, como el catalán, se fueran enquistando hasta llegar a convertirse en algo que amenaza con desestabilizar a toda la nación. Los últimos estudios estadísticos respeto a la intención de voto de los españoles, vienen demostrando dos aspectos importantes que creemos que debieran de poner en guardia al actual gobierno del señor Rajoy ( en numerosas ocasiones, hemos intentado que se rindieran a la evidencia de que, don Mariano, ya debiera de haber cedido en otra persona la dirección del partido y prepararse para trasferir el bastón de mando a alguien que no lleve adheridas a su persona tantas pústulas como ha tenido que soportar a causa de la corrupción que se ha producido en su partido): uno, que en todos ellos, el PP ha ido cediendo votos a los otros partidos y, dos, que sus adversarios, en especial el PSOE de su enemigo acérrimo el señor Sánchez, le va comiendo terreno cuando, hace apenas unos cuantos meses, el PP le lleva al partido de los socialistas más de 10 puntos de ventaja. Como hemos repetido hasta la saciedad, el darle ventajas al adversario tiene eso y es que, cuando menos te lo piensas, se te sube a la barba y lo que antes parecía imposible, como que la izquierda extrema pudiera llegar a gobernar España, ahora ya es algo muy posible y, si me apuran, diría que, desgraciadamente algo que se pudiera dar dentro de esta misma legislatura. Una moción de censura ganada bastaría.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos menos de tener la intuición de que, si no cambian las cosas, si no se produce algún hecho lo suficientemente importante para que los españoles cambiemos radicalmente de opinión y, todos estos votantes de izquierdas que parece que siguen en sus trece y, a pesar de los motivos que les ha venido dando Podemos para dudar de ellos, no parece que, según las encuestas, la factura que les han pasado sea tan importante como se esperaba. Me temo que, nuestras esperanzas de recuperación y de paz, una vez más “volaverunt”.