Principal

Diario YA


 

Análisis: Srebrenica y Tsjinval


Jacobo Gadea (analista internacional), 19 de agosto.

Han sido casi simultáneas las matanzas georgianas en Osetia del Sur y la detención de Radovan Karadzic, líder de los serbo-bosnios durante la guerra de Bosnia-Herzegovina. El bosnio de origen eslavo ha sido acusado ante la Corte Penal Internacional de los delitos de genocidio y de crímenes de guerra, así como de otros cargos. Se le procesa, entre otros hechos, por la masacre de Srebrenica, al norte de Bosnia-Herzegovina.

Es interesante hacer un repaso rápido de la Historia reciente de Europa y recordar cómo Srebrenica fue declarada por Naciones Unidas como “zona segura” por la supuesta protección de cascos azules canadienses y posteriormente holandeses al mando del teniente coronel Thomas Karremans. La población bosnia de origen musulmán, huyendo de los ataques a poblaciones como los de Bratunak y Zvornik, confió en la declaración de la ONU y multiplicó la población de Srebrenica. Después de diversos combates entre tropas serbo-bosnias y bosnias-musulmanes, la ONU decretó la desmilitarización de la zona. Los musulmanes, confiando otra vez en Naciones Unidas, entregaron las armas mientras los serbo-bosnios se negaron a hacerlo. El cerco a Srebrenica se intensificó y, en julio de 1995, el general serbo-bosnio Ratko Mladic, subordinado de Karadzic, decidió entrar en la ciudad. No encontró la más mínima resistencia de consideración por parte de los cascos azules, a excepción de un único ataque de dos F-16 holandeses. Los serbo-bosnios llegaron al acuerdo con los holandeses de que si se apartaban no serían atacados. Y entonces empezó la masacre de civiles.

Según las diversas fuentes, se cifra entre seis mil y ocho mil el número de civiles bosnio-musulmanes asesinados por los serbo-bosnios, con la particularidad de ser todos varones en edad de combatir. Algunas informaciones aseguran que entre las víctimas también había mujeres, niños y ancianos. Mientras esto ocurría, el teniente coronel Karremans fue fotografiado junto a Mladic bebiendo aguardiente.

Inmediatamente, la matanza cometida por los serbo-bosnios fue condenada de forma prácticamente unánime por la comunidad internacional y tanto Mladic como responsable inmediato como Karadzic como responsable último fueron incluidos en la lista de criminales de guerra y se ordenó su busca y captura. Sin embargo, ni Karremans ni ningún otro mando militar o civil de Naciones Unidas ha sido perseguido, capturado, acusado ni condenado por su responsabilidad en los hechos.

Hace pocos días, todo el que ha querido ha podido saber de las matanzas de surosetas a manos de las tropas georgianas, e incluso gracias a los medios audiovisuales hemos podido observar como las poblaciones civiles eran sometidas a bombardeos de alfombra. Pueblos enteros han sido totalmente destruidos y Tsjinval, capital suroseta, ha sido arrasada. El número de víctimas civiles de los bombardeos indiscriminados georgianos y de los posteriores combates varía desde 1.600 hasta más de 2.000. Asimismo, los refugiados surosetas en Rusia ascienden a más de 32.000 personas. Aunque algunos organismos internacionales tildan esas cifras como abultadas, no ofrecen a cambio otras más fiables y, por supuesto, en ningún caso niegan la existencia de la masacre y del éxodo forzado. Sin embargo, a excepción de las autoridades rusas, prácticamente ningún país se ha atrevido a señalar los más que probables crímenes georgianos en Osetia del Sur.

Tanto la Convención para la Prevención y Sanción del Delito del Genocidio como la Carta de Roma, sobre las que se sustenta la Corte Penal Internacional de La Haya, definen el genocidio como, entre otros actos, la matanza o la lesión grave a la integridad física o mental perpetrados contra miembros de un grupo nacional, étnico, racial o religioso, con la intención de destruirlo total o parcialmente. Indudablemente, hay una certeza o, como poco, una sospecha casi absoluta de que tales actos ocurrieron en Srebrenica. Pero ¿y en Osetia del Sur? ¿Por qué esa doble vara de medir en las instituciones internacionales? ¿Cuáles son los motivos que llevan a esa clara manipulación de la información y a esa injusta valoración de los hechos?

 

Etiquetas:análisisconflicto Georgia-rusia