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Diario YA


 

“política”

Editorial. 5 de mayo.
A estas alturas de la película, a los españoles, ya nadie nos puede quitar la idea de la cabeza de que tenemos una casta política con un mal endémico: la querencia a la poltrona. Pero la habilidad de todos en general para engañar al votante y conseguir sus objetivos de enriquecimiento personal no conoce límites. El caso Gurtel es sólo el último.  Asociación ilícita, falsedad, cohecho, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, fraude fiscal… la lista de delitos es tan larga que, salvo dos o tres, parece que están todos los que caben en el código penal.

Nadie puede dudar ya de que la política con "p" minúscula, la que se practica entre nuestros representantes, es la más alucinante herramienta para enriquecer a unos pocos. Al final, queda la sensación de que este chiringuito piramidal que se ha ido montando alrededor  del político profesional, paga con el dinero del incauto que cae en sus redes a los que se encuentran por encima de él.

La crisis es muy grave, pero aún nos queda dinero a los españoles para seguir pagando los sueldos de los que se creen mejores que su empleador. La crisis es muy grave pero el dinero cae, en catarata inagotable, y va regando prebendas y pagando favores. Y al que se supone que debe cuidar de que las cuentas cuadren y encuentren los dineros el camino para mejorar la vida de todos, se le caza en fraude fiscal, blanqueando dinero, obligando a unos y pagando el soborno de otros. Menos mal que Rajoy ponía la mano en el fuego por la honorabilidad de sus cargos electos. La corrupción política sólo es equiparable a la desvergüenza de las declaraciones con las que nos hacen comulgar con ruedas de molino.

Y, sin embargo, no hay reacción.  

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